18. ¡Mark, Ten Cuidado!

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C A P I T U L O  1 8

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— Se que no hice bien, en no dejar las cosas claras desde un principio.

El levantó una de sus cejas, y llevó su mano derecha por encima de la baranda metálica.

— Bien, lo has dicho, era lo que  quería escuchar —dijo con un tono poco audible —no necesitaba otra respuesta. Sólo quería que reconocieras que confundes a la gente.

— Pero... ¿Y Ahora?, te irás mañana ¿cierto? —arreglé mi cabello por detrás de mis orejas, y me animé a mirarlo— no tengo idea de si algún día podría volver a...

— Encontrarte —terminó él mi frase.

Asentí con la cabeza y llevé mi cuerpo hacia delante de la baranda. El edificio no era muy alto, sin embargo el viento en la azotea era suficiente para congelar a un humano, o quizá empezaba a exagerar.

Toqué una que otra mano por el gélido clima y respiré por la boca, el día estaba en desorden, la noche nevó, en la mañana hubo rayos solares, y ahora empezaba hacer mucho frío y había una probabilidad de que lloviese. Por Dios.

Miré a Mark por millonésima vez cuando por sorpresa me tomó ambas manos, arropando las mismas con las suyas, quise hablar, pero en este momento no podía hacerlo. Me era imposible.

— Andreina yo... —comenzó Mark a pronunciar, aún huía de mi contacto visual. Solo miraba nuestras manos, a decir verdad, era la primera vez empezaba a tomar algo enserio. Por qué este momento era prácticamente serio, y estaba tan lejos de poder describir mi loco corazón palpitante, muy palpitante.

— Yo... Tú...

— ¡¿Qué hacen aquí eh?! —Nos miramos para luego voltear a ver aquella voz que nos interrumpió.

Aquel hombre de traje azul de limpieza venía hacia Mark y yo, con una expresión extraña ¿enojo?, traía en su mano una escoba. Ok, eso me asustó el doble de su expresión.

— ¡Salgan de aquí!. ¡Esta totalmente prohibido el ingreso a la azotea! —vociferó el hombre de traje azul. —. ¡Las barandas son peligrosas, salgan de allí! — seguía gritando aquel. Pues para este entonces Mark y yo nos escabulliamos por el pequeño restaurant bajando por aquellos tubos de corto edificio.

—¡Mark, ten cuidado! —le advertí, cuando estuvo por resbalar de unos de tantos tubos, mis pies ya casi tocaban el suelo, mientras que Mark estaba lejos de eso.

Me tiré a la poca altura que quedaba, por suerte no me torcí el tobillo. Miré al chico que bajaba y agarré sus tobillos sujetando a Mark, poco después lo solté y el dió un brinco quedando a mi par.

— ¡Hey, serán multados por restringir zona de peligro! —Nos gritó el hombre de limpieza.

— Dios... Papá va a matarme —exageré tapando mi rostro con una de mis manos. — tenemos que salir de aquí, donde el pueda perdernos de vista.

UN POSIBLE AMOR © (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora