VEINTICUATRO

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- ¿Y ustedes dos van a vivir juntos? - arrugó las cejas.

- Sí. Juntitos - respondió Juan Pablo chillando de la emoción.

- ¿Tú con él? ¿Jules de verdad?

Puse los ojos en blanco.

¿Cuántas veces tenía que repetirlo?

- Que sí, Micaela.

- Vaya pues ¡Enhorabuena! - gritó Martín dándonos un abrazo.

- ¿Aquí? ¿En esta casa? - Mica seguía confundida.

- Sí, corazón - le dijo Isaza con la paciencia al límite - Papo y Jujuls van a vivir juntos. Aquí - señaló la casa.

- ¿Jujuls? - pregunté divertida.

- Eh... Sí. Martín te ha bautizado con un nuevo apodo - señaló al menor de cabellos alborotados.

- Suena genial ¿Verdad? - Martín estaba emocionado.

- De hecho suena raro - sonreí - me gusta - le guiñe el ojo a Martín.

- ¿Desde cuándo la llamas así? - Juan Pablo preguntó mientras daba un sorbo a su cerveza.

- Desde... - pensó - Desde... Pff no se ¿Desde cuándo Simonkey- se rascó la nuca.

- Desde que la señorita misterios desapareció.

Negué divertida pasando la mirada sobre cada uno de los que estaban presentes hasta detenerme en Mica que seguía callada. Pérdida en sus pensamientos. En una especie de shock.
Cuando sus castaños ojos se encontraron con los míos frunció las cejas.

- Jules ¿De verdad vas a mudarte aquí? - miró a Juan Pablo quien lamía sus dedos porque la salsa de las sabritas se le había pegado - ¿Con él? - puso una mueca.

- ¡QUE SÍ! - gritamos todos al mismo tiempo.

- ¡Vale, ya! ¡Lo pillo! - levantó las manos en señal de rendición -. Es solo que no sé. No imaginé que te gustaría compartir vivienda con otro ser vivo que no fueran las cucarachas y los ratones de tu casa.

Fruncí el ceño.

- No tengo cucarachas ni ratones en mi casa.

- ¡Porque los corres con tu humor de diablo! - chilló - En todo caso suerte para ti - se acercó a Juan Pablo para dar unas cuantas palmaditas en su espalda -. La necesitarás.

Volví a poner los ojos en blanco.

- Buenooo... - siguió hablando - ya que estamos en la hora de las sorpresas y de decir las buenas nuevas...- le echó una mirada a Martín quién dejó su entusiasmo y puso cara de espanto - ¿Hay alguien aquí que quiera decir algo? - noté que Martín se rascaba la sien tratando de evadir la mirada de la pelinegra con mechas azules - ¿Nadie? ¿Martín, ni tú?

- Ay no - Villa bufó - ¿Que has hecho Marto? ¿No has vuelto a intentar pintar mis planos como niño de preescolar, verdad?

- ¿Porqué asimilas que fui yo? - dijo ofendido.

- ¿Es por eso que entrar tanto al estudio de Villa? - sonrió Isaza.

- ¡¿Qué?! ¡Martín donde hayas vuelto a...-

- ¡Esta vez no fuí solo yo! - estiró el dedo acusador a su hermano - ¡Él también lo hizo!

Sostuve del brazo al ojiverde que tenía todas las intenciones de moler a golpes a sus amigos.

- ¡No! - gritó Mica - ¡Eso no es lo que el niño tiene que decir!

- ¡No soy un niño! Tenemos la misma edad, Janeth.

La Última Noche de DiciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora