DIECISIETE II

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Habíamos encontrado un buen lugar para poner las casas de campaña.
El sol comenzaba a ocultarse bajo las montañas y era una vista espectacular. Ahora el cielo estaba levemente teñido por colores naranjas. No era capaz apreciar su belleza total dado el que caso que el dia entero había estado ligeramente nublado.

Las chicas habían decidido quedarse darse para armar las casas, mientras que el resto de nosotros pusimos marcha para ir a buscar un poco de leña y mantenernos calientitos durante toda la noche.

- Argh - exclamó Isaza - la temperatura ya bajo muchísimo - frotó sus manos y las subió hasta su boca para calentarlas con su aliento.

- Oigan parces, ¿creen que llueva? - Martín miro hacía el cielo.

- Según los pronósticos no -. respondió Simón subiendo sus gafas.

Seguimos caminando mientras recogíamos leña.

- Yo creo que con esta que llevamos es suficiente. Mañana por la mañana buscamos más - Isaza estaba que sacaba la lengua del cansancio.

Creo que era de comprenderlo, él era el que llevaba mas leña.

- Adelantense, terminó de de revisar este lado para llevar un poco más. Ya los alcanzo.

Los tres regresaron echando risas escandalosas y yo me quedé unos minutos más.
Tenía ganas de orinar, así que dejé la leña y caminé un poco mas adentro del bosque.
Cuándo me pare frente a un árbol para comenzar a hacer mis necesidades, me pareció ver una ¿Cabaña?
Cuando terminé de orinar, seguí caminando para averiguar un poco más.
Un par de señores de la tercera edad salían de la cabaña.

- Buenas noches - saludé.

- Buenas noches, joven ¿Qué se le ofrece? - me preguntó el señor amablemente.

- Oh, cielo ¿Estás perdido? - la señora parecía preocupada.

- No, no estoy perdido - sonreí - disculpen la pregunta ¿Es de ustedes la cabaña?

- Sí, pero casi no la ocupamos. Algunas veces solemos rentarla a los turistas. Soy Germán - estiró su mano.

- Juan Pablo - tomé la suya respondiendo a su saludo.

- Ella es mi esposa Eugenia.

- Un gusto.

- ¿Quisiera rentar la cabaña, joven? - Germán frotaba sus manos por el frío.

Parecía una idea genial. Una que a todos les agradaría con este terrible frío.

- Claro, sí ¿Para ahora se podra?

Germán se giró para ver a su esposa.

- Bueno es que el día de hoy tragimos a nuestros nietos y dejaron la cabaña echa un desastre - Eugenia esbozó una sonrisa -

- ¿Qué le parece mañana a las siete de tarde? Para que podamos limpiarla para su comodidad.

- Me parece una buena idea.

- Disculpe, Juan Pablo ¿Viene solo o...

- Con mis amigos y mi novia - interrumpí.

- Excelente. Mañana a las siete nos vemos por aquí.

Me despedí de ambos y volví por donde había venido.
Volví a tomar el cargamento de leña que había dejado tirado y regresé al campamento.

- ¡Vaya, has llegado! - gritó Mica al verme llegar.

Aventé la leña a un lado donde no estorbara y fuí a sentarme en el pedazo de tronco donde estaba Jules.

- ¿Dónde te habías metido? - preguntó Jules después de besarme los labios.

La Última Noche de DiciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora