DOS

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Jules Davies


Otro día más...

Tomé mi celular para ver la hora. 7:10 am. Torcí el gesto y me di una vuelta en la cama para quedar boca arriba.
Con pesadez me levanté, si no fuera porque tenía que ir a trabajar, no me levantaría de esta cama durante lo que me resta de vida.
Pero había prometido a mi padre y a Mica, salir adelante por más difícil que mi vida fuera.

- Cambia esa cara Jules, vamos, que la vida es hermosa.- dió una sonrisa dejando ver sus brackets.-

- Pues tú vida lo será, por que la mía parece ser una completa mierda.-

- A veces no logro comprender como es que eres maestra de preescolar ¿Que les enseñas a los pobres niños? ¿a ser negativos y sobre lo miserable que será la vida cuando ellos crezcan?

Rodé los ojos y me apresuré a subir a su coche. Ella también lo hizo.
Movió el asiento del conductor hacía en frente y acomodó el volante.

Problemas de gente baja, ella lo decía siempre.

- Bien... vamos a desayunar y luego...- me dió una mirada traviesa.-

Estaba tramando algo, lo sabía.

- ¿Ahora que has hecho?- llevé mi mano a la frente y comencé a negar.-

- Aún nada mi querida y amada Jules.- encendió el coche.- pero lo haremos. Toma mi bolso y saca de ahí unas entradas.-

- ¿Entradas?- arrugué las cejas.- ¿Para que o qué?

Pregunté haciendo lo que me dijo y sacando dos trozos de papel.
Curiosa los leí.

Exposición de arte...

Mi cabeza comenzó a sobrepensar demasiadas cosas a la vez que creí que iba a tener un corto circuito.

- No, no, no. Estás loca si crees que te acompañaré a cometer semejante estúpidez.- negué una y otra vez.- además, tengo que dar clase.

Volví a guardar las entradas al comprender cuales eran sus intenciones y el significado de esa exposición.

- Terminas al medio día.- rodó los ojos.- además no era pregunta.

- P-pero...

- No hagas que me moleste contigo.

Me dió una de sus miradas intimidades que a los demás los aterrorizaba aunque ella sabía que sus miraditas matonas conmigo no servían.
El desayunó pasó rápido. Mica pasó a dejarme al trabajo y luego se fue al suyo dejándome en claro que no iba a escaparme de su plan.
Y... Sí, asi fue, no pude escaparme de ella porque llegó puntual a mi trabajo.

En la entrada había un tipo que era quien pedía las entradas, hasta ahí no había problema porque ya las teníamos, lo único que no, era un lindo y elegante vestido.

- Micaela ¿como piensas que nos dejarán entrar vestidas asi?- nos señalé.-

- Tú déjame eso a mí.- desabotono dos botones de su camisa dejando ver sus pechos.-

- Dios, Micaela.- rode los ojos.-

- Quédate aquí, voy a ver que puedo hacer.- sonrió maliciosamente.-

Me quedé ahí mirando como es que ella se acercaba al hombre con cara de gorila enojado y hablaba con él, meneandose de un lado a otro como una niña que quiere un capricho.
Ella subio la mano a su cuello para juguetear con un collar que traía puesto. De un momento a otro ambos se giraron a mí y él asintió dándole una sonrisa. El hombre sacó su celular y se lo entregó a Mica donde ella tecleó algo y enseguida me hizo señas para que me acercara.

La Última Noche de DiciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora