CUATRO

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- Buenos días maestra ¿me mandó a llamar?

Pregunté en la entrada de la oficina de la directora.

- Maestra Davies buen día, así es por favor pase y tome asiento.- sonrió.-

Entré y jale una de las sillas que estaban frente a su escritorio para sentarme.

- Bien.- juntó sus manos sobre el escritorio.- La maestra Clara no podrá terminar su horario de clases debido a que tiene cita con el doctor y tiene que salir, pero no puedo mandar a sus alumnos a sus casas porque van dos clases atrasados y...- observó unos papeles.- revisé las planeaciones que me mostraste y tú eres quien va una clase adelantada con tus alumnos a diferencia de las demás maestras que van exactamente al corriente.- me miró sonriendo.- me gustaría pedirle que por favor terminé el horario de clases con los alumnos del 2 B.

- Con todo el gusto aceptaría maestra, pero mis alumnos...

- Llamaré a sus familiares para que vengan a recogerlos en treinta minutos ¿Que le parece?

- Sí claro no hay problema.

Ella se puso de pie y yo imite su acto.

- Muchas gracias Jules. Te haré llagar la planeación de la maestra Clara para que la revises en unos minutos. Por favor ve a despedir a tus niños y mucha gracias de nuevo.- caminamos a la salida de la oficina.-

Trabajar con niños era lo mas bonito del mundo, mi sueño desde niña fue ser maestra. Luché tanto para poder terminar mi carrera en la universidad apesar de que mis problemas personales me estaban afectando demasiado como para llegar al borde de querer dejar la carrera.
Micaela era el único soporte que tenía en la vida y es por ella que e seguido adelante. A esa chica le debía la vida.

Despedí a mis alumnos, tomé mis cosas y salí en dirección al salón del 2 B, solo eran dos horas las que faltaban para terminar las clases, no había problema.
En cuanto llegué al salón, la maestra Clara esperaba fuera con su bolsa en mano.

- Oh Jules, eres un ángel, muchas gracias por suplirme.- tomó mi brazo en forma de agradecimiento.-

- No es nada, Clara. Anda ve a hacer tus pendientes que yo me encargo de tus pequeños.

Asintió con una sonrisa y se marchó.

Las dos horas habían pasado muy rápido.
Alisté a los niños quienes esperaban ansiosos a sus padres para ir a sus hogares. Todos estaban sentados en sus mesitas con sus pequeñas mochilas puestas en su espalda.

Conforme los padres llegaban, iban saliendo sus hijos.

- Buenas tardes vengo por Alexa Villamil.- a mis espaldas sonó una voz, esa voz.- soy su tío.-

Quieta en mí lugar me giré lentamente hacia la puerta.

El hombre del bar era quien esperaba fuera del salón de clases.
Él también tenía una cara de asombro al verme. Seguro me había reconocido.

- Eh...- dije nerviosa.- Sí, claro, disculpe ¿está autorizado para llevarse a la niña?

- ¿C-cómo?- tartamudeo.-

- La madre de la niña tuvo que llamar a su maestra o a dirección para autorizar a otra persona para recoger a la alumna en caso de que ella no pudiera. Ya sabe, por seguridad de los niños.

- Oh... em... Sí, sí llamó, de hecho en la entrada me dieron esté papel.- lo extendió.-

Tomé el papel en mis manos. Era la autorización para dejar salir a la niña con él.

La Última Noche de DiciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora