OCHO

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- Para aquí.

Seguí las instrucciones que Jules me iba diciéndo.
En cuando apagué el coche ella bajo de el, comenzando a caminar por el campo. No tenía ni idea del porque este lugar tan retiraro de la cuidad.
Bajé del coche siguendo a la chica de cabello amielado quien de detuvo frente a un árbol y tomó asiento sobre el pasto verde sin darle importancia que su vestido beige se ensuciaría.

- Ven.- palmeo un lugar a su lado.

Desabotonone el botón de mi saco para tomar asiento.

Durante unos minutos ninguno emitió palabra alguna.
El sonido de las hojas de los árboles moviendose con el aire era lo único que se escuchaba. Frente nuestro teníamos una vista espectacular, las luces amarillas de la cuidad  podían verse pareciendo estrellas.
Estar aquí, en este lugar, con Jules a mi lado, era lo mas relajante. Nunca en mi vida había sentido tanta tranquilidad en mi alma.

- ¿Porque este campo? - me atreví a preguntar-

Un suspiro largo dejó sus labios.

- ¿No sientes paz al estar aquí?

Asentí.

- Cuando tengo malos ratos, suelo venir aquí a despejar mi mente. A dejar que el viento se lleve por un rato las cosas que me atormentan - sonrió bajando la mirada unos segundos.

- ¿Que te atormenta, Jules?

Su verde mirada encontró la mía, dejandome ver el brillo de la tristeza emanar de ellos.

Negó varias veces sonriendo.

- ¿Como te sientes? Quiero decir, respecto a lo de hace un rato.

Desde que habíamos llegado aquí, había olvidado por completo el motivo que nos hizo salir de la fiesta.

- Bien - vacilé mi respuesta- creo.

- ¿Creo?

- Bueno... La última vez que la vi no tuvimos la mejor de las despedidas.- juguetee con el pasto.

- Oh, siento haberte incómodado con mis preguntas - su voz sonaba tan apenada.

- No, esta bien, no lo hiciste, solo que... Fueron meses llenos de sufriendo pero e ido mejorando con el tiempo.

Sentí su mano sobre la mía. Y no se como o que paso, que ese acto me hizo armarme de valor y hablarle sobre lo que llevaba tiempo sin hablar con nadie.

- Íbamos a casarnos.- tome una respiración profunda. El rostro de Jules mostró sorpresa pero no dijo nada - llevábamos siete años de noviazgo, la relación iba perfecta, algunas veces llegabamos a discutir, sí, pero eso es normal en toda relación.

Tomé una vocanada de aire y con mi mano libre, arrancaba el pasto aventandolo.

- Estábamos tan felices por nuestro compromiso. Pasamos un año planeando la boda perfecta para la relación perfecta que solíamos tener.

Eché un vistazo a Jules quien parecía estar atenta a mi historia.
Tragué duro porque lo que a continuación diría, sería lo mas difícil de digerir aún para mí. Jules pareció notarlo porque en seguida me interrumpió.

- No es necesario que sigas contándome, Juan Pablo. Entiendo que no es fácil.

- No. Quiero hacerlo, quiero contarte.

Asintió en silencio, agarrando mi mano con fuerza.

- Me fuí de viaje a Madrid por un mes para revisar una obra que la constructora tenía a su cargo. Y ni un solo día deje de llamarla, siempre estaba al pendiente de ella y los últimos detalles de la boda. Juro que jamás la descuidé ni un momento, pero al llegar a casa, la sentí más distante a mí, pensé que tal vez estaba molesta porque me había ido tanto tiempo pero cada que preguntaba la razón del porque estaba enojada, siempre respondía que no había ninguna razón, que solo estaba así porque había tenido problemas con su vestido pero que ya todo estaba en orden.- rasque mi cuello con desesperación - Un día antes de la boda la encontré llorando en baño, le pregunté el porque de sus lágrimas y me dijo que estaba emocionada por la boda. La abracé y lloré junto a ella, la diferencia de esas lágrimas es que las mías sí eran de emoción verdadera.

La Última Noche de DiciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora