TREINTA Y SEIS

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- Odio esto - refunfuño intentando subir el cierre del vestido.

- Ven acá, te ayudo.

Pasa sus manos por mi espalda hasta llegar al cierre y subirlo lentamente mientras se inclina para dejar un camino de besos húmedos hasta mi nuca.

- ¿Cómo te verías con el cabello largo? - pregunta con voz cálida en mi oído.

Me remuevo, aguantando las ganas de faltar a la cena de mi madre y quedarme a arrancarle esa bonita camisa casual.

- ¿Cómo te verías sin barba? - me volteo quedando frente a él.

- Seguramente cinco años más joven - achina los ojos sonriendo.

- Debo verte sin ella antes de irme.

- Oh, no, eso no pasará - da un toque en mi nariz.

- ¿Y porque no?

- Por que me veo mas maduro con barba.

Me echo ar reír.

- Seguro, sí. Pero todos los que te conocemos sabemos que tienes la mentalidad de un adolescente. Probablemente de la un niño de cinco años.

- Pueda que sí, pero los demás no lo saben.

Lo acerco a mis labios y susurro:

- Oh te veo sin barba antes de irme o no hay sexo hasta los tres años en que vuelva.

Frunce el ceño molesto apartandose de mí.

- Juego sucio, Jules. Eso es juego sucio.

Vuelvo a sonreír. Y detrás de Juan Pablo, veo mi reflejo en el espejo de cuerpo completo. Tuerzo la boca incoforme.

- Baja el cierre del vestido - ordeno.

- ¿Qué? Pero vamos a llegar tarde.

- Que bajes el cierre del maldito vestido, Villamil.

Rueda los ojos divertido y lo hace.

- Ahora ayudame a quitarlo.

- Seguro que treinta minutos tarde no lo notará nadie - dice apresurandose a quitarme el vestido y dejarme en ropa interior.

Me doy vuelta para ir al clóset a buscar que más ponerme cuando su mano toma mi muñeca deteniendome.

- ¿Qué haces?

- ¿Qué haces tu? A donde rayos vas.

- ¿Al clóset a buscar otro atuendo? - respondo confundida sin saber de que diablos habla y lo entiendo todo cuando noto la dureza en sus pantalones color beige - Ya entiendo - digo riendo - Ve al baño a desahogarte mientras que yo busco algo mas que ponerme.

- Estás jugando, ¿Cierto?

Niego divertida.

- Entendiste mal las cosas.

- ¡Me pediste que te bajará el cierre del vestido y luego que te ayudará a quitarlo!

- ¡Sí! Por que no me gusta como se me ve y quiero cambiarlo.

- ¡No! Eso no lo mencionaste.

- Tampoco mencioné que quería hacerlo contigo - sonrió burlona - ahora sal de aquí que tengo que darme prisa.

- No tienes nada que no haya visto antes.

- Fuera de aquí - lo corro del cuarto a empujes hasta que cierro la puerta con pestillo.


30 minutos después...


- Vamos tardísimo, Jules - me reprende bajando del auto. Carga una botella de vino en la mano y con la otra sujeta la mía.

La Última Noche de DiciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora