TREINTA Y TRES

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Juan Pablo Villamil


Acompañé a Jules hasta el lugar donde empezó a hacer trámites, tras trámites para lo de la casa de su papá. Y mientras firmaba las hojas, comprendí que Jules era el alma más bondosa y sana que pude conocer.

Estaba feliz por el futuro de que le esperaba y yo también estaba feliz por ella aunque esa felicidad implicaba tenerla lejos de mi por tres años que seguramente se me harían eternos.

Si vas a amar a una persona, asegúrate que ames cada parte de ella; los sueños, las metas y las ganas de vivir la vida también forman parte de ella. Asi que te recomiendo amar cada cebello suyo y no cortes sus alas esclavizandola a una vida llena de miseria en donde solo la obligues a estar siempre a tu lado.

- ¡Listo! - salió de la oficina del abogado que mi padre le había recomendado y que también trabajaba para la constructora Villamil.

- ¿Estás segura de lo que has hecho?

- Porqué no estarlo - alzó los hombros.

- Porqué es Micaela y no le gustan las sorpresas y menos si es una de ese tamaño.

Sentí un escalofrío correr por mi espina dorsal al imaginarla haciendo un caos.

- Es por eso que lo sabrá cuando yo me haya ido - rueda los ojos como si fuera tan fácil la situación en la que me está dejando a mí.

- ¿Si te das cuenta que seré yo quien le de este sobre - levando el papel que tengo en la mano - y deba soportarla?

- Sólo la aguantarás dos días, Cari.

- Dos días, son dos días.

Los chicos y yo habíamos entrado en discusión con Jules cuando nos dijo que tendría que volar en año viejo porque quería llegar días antes a Barcelona para organizarce. Y la única forma en que dejamos de hacerlo fue proponer que todos volariamos el 2 de enero hasta Barcelona y pasar nuestros últimos días de vacaciones con ella ayudándola en lo que pudieramos.
Yo por mi parte, me ofrecí a irme con ella pero Jules, siendo Jules, me prohibió no ir porque tenía que quedarme con mi familia. A regañadientes acepté y ahora estábamos rumbo a su casa para entregarla al dueño.

- La casa está limpia, los muebles que me alquilaba también estan limpios y en buenas condiciones. Todo tal cual me entregó, señor Thomas - hablaba Jules al tipo con cara de amargado que siempre venía de mal modo a cobrarle las rentas.

- Revisaré todo para asegurarme de que esté tal y como me dices, jovencita - le dice de mal modo mirándola de pies a cabeza hasta que su vista se desvía a la mía y que lo está acribillando con los ojos por los tratos y miradas que le da a mi novia.

- Adelante - ella le extiende la mano para que pase hasta las habitaciones.

- Ese tipo hace que me hierva la sangre - digo en cuanto estamos solos en la sala.

- Es la última vez que le veremos la cara, tranquilo - se acerca a besarme los labios.

- Todo esta en orden - interrumpe el dueño - Supongo que fue un gusto rentarte está vivienda cuando eras una chiquilla con humor de mierda.

Jules rueda los ojos y extiende su mano entrechando la de Thomas, dándole las gracias y dejándole las llaves.
Antes de salir, repara por última vez la casa que algún día fue su refugio y sale en silencio. Me adelanto a abrirle la puerta del copito, rodeo el auto y subo a mi asiento.

-¿Estás bien?

- Lo estoy, solo que me da tal vez un poco de nostalgia pero a la vez felicidad porque ahora será un nuevo comienzo ¿No es así?

La Última Noche de DiciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora