capitulo catorce

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Sebastián era una delicia para la vista. me apoye en el tronco de mi casa y lo observé levantar las pesas, sus músculos se contraían con cada flexión, gotas de sudor resbalando por su tonificado y perfecto torso. quería acercarme a él y tocarlo, quería coquetear  y llevármelo a la cama.  ( Si, Algunos habitos son difíciles de romper) tuve que reprender mis pensamientos y dejar de mirarlo de esa manera. Él era mi hermano. Aunque no lo era. Todos mis intentos con él serían en vano.

Despeje mi cabeza con un golpe en mi nariz. Estaba aprendiendo que Sebastián era una persona compleja se escondia bajo su sonrisa encantadora y bajo su buena apariencia. Una parte de mi quería jugar con él, hacerlo caer por mí pero. .... Si, ahora en el cuerpo de Natalia estaba comprendiendo que jugar no estaba bien, que.... Por favor yo me estaba volviendo una mujer sensible, una mujer sensible pero perra.

Sebastián levantó su mirada y me Sanrio, el amor en sus ojos me hizo apretar mi pecho, él me miraba de la misma forma que me observaba azucena. Extrañaba a mi mejor amiga, estaba segura que si me viera en esos momentos se burlaría de mí.

―hola Sebas.

―.Hola Naty, ¿Que haces ahí? - rodé los ojos.

―te observó- señale las pesas ―¿desde cuando entrenas? ,- entrecerro los ojos y luego nego.

―desde hace mucho tiempo, Naty Yo...- vaciló ---, que hay entre tu amiga y Adam. - note la duda en su rostro y la pena.

Supe de inmediato que le gustaba Andrea. Sabía leer  muy bien a los hombres, los había hecho un proyecto de vida, sabía que cuando un hombre pregunta por una mujer es porque le interesa. Quien lo iba a pensar, la vida estaba llena de cliches.

Creí ver un anhelo en sus ojos la noche anterior lo relacione con el hecho que tal vez pensaba no merecer a una mujer como Andrea por claro su situación y  eso. Pero no era anheló de una mujer como ella, era por ella. Casi me rei de la situación. Los seres humanos eran tan estúpidos.

―¿porque te importa?

―no me impor....

―ahorratelo- lo corte ―ella te gusta

―no....

No pude soportarlo me heche a reir a carcajadas. Ese sueño era cada vez más loco y cada vez más real.  ―natalia, - advirtió ―no vallas por ese camino.

―sabes que podrías tenerla si quisieras - sin dejar de sonreír, di un paso hacia él ―seria tan sencillo.

Tan sencillo para él como para mí. Pero Andrea no merecía eso yo estaba ahí para compensar mis actos no para hacerlos aún peores. No me metería en sus vidas dejaría que todo se hiciera como era debido.

―ella no es para mí - su máscara callo por un segundo, la vulnerabilidad, el asco por el mismo, el dolor. Por un momento lo entendí y los recuerdos volvieron a mi haciéndome más fuerte. Yo no era débil, tal vez Sebastián tampoco lo fuera.  

―puedes tener a quien tú quieras, solo amate.

Lo dejé ahí con la mirada baja y el ceño fruncido. Yo me amaba, tal y como era con mis defectos y virtudes y no entendía como las demás personas se dejaban llevar por el que dirán o lo que los otros pensarán. Que si, que yo era una perra y jugaba con el aspecto de los demás y me burlaba de ellos, pero mis comentarios no debían definirlos.

Yo era una perra. Para todos en mi instituto, era una mimada ególatra, era lo que todos llamaban una arpía y eso no me definía, no me importaba no eran ellos quienes me daban de comer, no eran ellos quienes me daban todo. En el mundo tienes solo dos opciones o eres  el bueno, tonto que se deja humillar o eres quien humilla.

viviendo un sueño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora