capítulo veintisiete ( parte 2)

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Natalia Enerpo

La familia perfecta, la vida perfecta, la pareja perfecta, la amiga perfecta. Ella lo tenía todo yo no tenía nada. Estaba llena de odio, rencor. Estaba llena de rabia y perdición; la odiaba y no tenía que mentirme más, no tenía que seguir engañando a mi cerebro ni a mí corazón, yo no iba a cambiar, nunca, jamás aceptaría ayuda de ella, ni de Cameron, la realidad era simple. No quería vivir.

Nadie podría cambiar eso, nisiguiera mi madre, no mi hermano. Odiaba a mi hermano, Sebastián sabía por todo lo que estaba pasando no hizo nada por ayudarme, él...solo ignoro que estaba mal, en el fondo también odiaba a mi madre por no largarse de esa casa y odiaba a mi padre por ser un alcohólico. Odiaba a Cameron por quererme como una hermana por no ver en mi a una mujer, por no darme su amor y si dárselo a ella a ella que era perfecta a ella que era una perra con los demás.

La investigue, averigüe todo sobre ella, sobre su familia. A quien preguntará todos me daban la misma descripción, era una frívola humillante, que se acostaba con cualquier hombre que quisiera, todos la odiaban pero a la vez nunca nadie era capaz de decirle que no. Era preciosa ¿Pero eso era todo lo que importaba? ¿Era todo lo que le importaba a Cameron, la belleza?. Yo podía no ser bella pero era buena, demasiado buena para mí propio bien, tan buena que pasaba por estúpida.

Ya no más, estaba cansada. Sí en la vida tenía que representar un papel sería el de villana, estaba cansada de ser la buena, la chica buena y callada que esperada que la vida me trajera un príncipe azul que se enamora perdidamente de mi, eso no ocurría o al menos no a mí. La Natalia martir y estúpida moría en ese momento. Mirando a través de mi binoculares observaba Alice riendo con Cameron pero nunca abandonando la mirada de azucena y de aquel niño que constantemente le lanzaba besos, que constantemente la mirada como si fuera su centró.

Le aria sufrir, le quitaría lo que más amaba y luego moriría yo. Ya todo me daba igual está vez me aseguraría de no volver a donde quiera que fuera. Me estaba desquitando de la vida a través de ella porque la vida suele bendecir y maldecir a otros. Sí ella era bendecida yo la aria miserable y no me importa las consecuencias.

Busque dinero en la maleta de Cameron él suficiente para conseguir lo que necesitaba, le estaba robando pero ya eso no importaba. Me sentía desquiciada, mi cuerpo estaba en abstinencia, no entendía como Alice pudo sobrevivir en mi cuerpo sin droga, la droga era esencial para mí organismo. Tenía cortes en las muñecas, en los muslos y en los pies. Me había parado sobre fuego para sentir algo más que no fuera el dolor en mi pecho. Estaba loca, me sentía loca y eso me encantaba.

Por fin estaba viviendo, por fin me sentía viva y con un propósito. Una parte de mí, la parte lógica sabía que lo estaba haciendo estaba mal pero no me importaba. Nada me importaba. No conocía la ciudad, no sabía dónde conseguir un arma no sabía dónde conseguir gente para secuestrar a nadie. Así que me fui por lo más seguro: medicamentos. Conocía suficiente de ese tema para saber cuáles podía utilizar, que dosis, que cantidad necesitaba para matar alguien. No me fue difícil conseguirlo, hice  falsificación de una receta médica y lo compré..

Uno para azucena y uno para ese niño.

Solo tenia que encontrar la manera de acercarme a ellos.

*
*

―¿a donde vas? - pregunté a Cameron mientras lo observaba cambiarse. Iba todo de negro, solia decir que el negro era su color y era cierto lo hacia ver oscuro y apetecible.

―ire a una carrera con Alice, quiero distraerme un poco- me miró encima de su hombro―te invitaría pero ya se que me dirás que no.

<<No, no está noche>>

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