capítulo treinta y dos

6 2 0
                                    

Alice castillo de Macedonia

Tenía que haber una forma de salir, pero no la encontraba, cerraba y abría los ojos muchas veces, me golpeaba contra árboles, piedras y no sucedía nada, no podía salir de ese lugar de ese paraíso. Tenía que buscar a Cameron, yo misma en ese lugar desconocido para mí, por ahí debía estar. Salir y buscar azucena estaba bien pero condenarla a no estar con su elma gemela no estaba bien, mi amiga merecía encontrar el amor, ella hallaría la forma de quedarse con el por siempre y que sus almas estuvieran destinadas a encontrarse una y otra vez, no tenía dudas de eso. Mi amiga era capas de todo. No la iba a condenar, claro que no. Sí Cameron había hecho un trato con el guardian buen moso de Casio tenía que encontrar la manera de anularlo o en todo caso de encontrar un nuevo trato uno que nos venificiaria a los tres. Eso es lo que tenía que hacer. El problema era como.

Frustrada patalee en el césped ahí no existía el dolor al menos no físico. El espíritu al era otra cosa. Pensé en el hilo rojo que tenía Aron y azucena ¿Era él hilo rojo que unía a dos personas? ¿yo tendría ese mismo hilo? Una idea loca tomo forma en mi mente, no perdía nada probándola, verdad, a estas alturas ya nada era imposible y lo imposible se hacia posible.

Me senté debajo del árbol y cerré los ojos, respire profundo unas cuantas veces y relaje mi alma, no mi cuerpo porque no tenía cuerpo. Pensé en cam en su sonrisa, en sus ojos, en su cara pero no paso nada. Entonces probé con otra cosa. Pensé en su seriedad, en las virtudes y defectos que lo hacían él. Lo vi frente a mí, sincero, honesto, gruñón, buen hijo, buen hermano, buen amigo.... así poco a poco lo vi viendo hasta que sentí un viento que me acariciaba y sentí su voz recorriendo mi cuerpo.

Abrí los ojos y ahí estaba el, bueno no él su rostro, era una bola de luz que me miraba sorprendido y llena de amor.

―Alice..- susurró ―¿Que haces aquí ?

Mi paz se desvaneció, sustituida por fuego hirviendo―¡¿Por qué carajos hiciste lo que hiciste!?

―estás enojada, lo entiendo, pero tengo razones...

―ya escuché de esas razones, Aron me las dio una por una. Ahora estás atrapado aquí para siempre.

―Alice no quiero que tú mueras, entiendes eso, verdad, estoy seguro que tú hubieras hecho lo mismo.

―pues hice lo mismo, sí. Pero al inverso. Yo renuncié a mi hermano por tí, ¡Nosotros debemos estar juntos por siempre! Ese Casio te engaño te mintió.

―los ángeles no mienten- sentí el tono incrédulo de su voz.

―el no es un ángel es un guardián, un guardián de Almas.

―¿Estás diciéndome que me deje engañar por un guardián de almas como si fuera un niño que cambia su triciclo por un dulce?

―eso mismo estoy diciendo. Sí pudiera golpear lo aria. pero ahora mismo lo importante es salir de aquí juntos y con un trato de almas gemelas eternas o en el mi minimo caso de almas gemelas por esta vida.

―justo ahora estoy muy enojado. Estas cosas deberían de venir con un manual. ¿Por qué sigues aquí, Alice, no lo entiendo?

―¿Crees que puedo irme sin ti? Claro que no. No soporto la idea de despertar y que me digan que moriste o no recuerdo nada de ésto o lo recuerdo y es aún peor.

―si vuelves puedes hablar con azucena ella entiende de estas cosas y nos puede ayudar.

―puede y lo aria pero podría perder algo importante

―¿Que?

―Aron es su alma gemela.

―no me jodas, ese guardián me cae mal.

viviendo un sueño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora