Capitulo 12.

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—Eres mi hija y claro que te amo, y siempre será así cariño!! Siempre!!.—dijo Margaret.
La niña solo sonrió triste.

Los meses pasaban y cada vez la nena crecía más.

Meses Después.

Entre Adele y Simón el amor fluía por completo.
Cada vez se encontraban más y más enamorados oh eso era lo que ella misma creía.
Simon era el angel de Adele.
Fue la persona que ahora mismo salvaba su vida.

Simón.

Pensaba en que podría regalarle a Adele por San Valentín.
La veía sentada en una mecedora mientras leía un libro.
Arrugaba su diminuta nariz y de vez en cuando chupaba su labio inferior.

La amo, simplemente la amo.
No había palabras para describir el amor tan grande que sentía por ella, no por quien era fuera de casa si no por la gran mujer que simplemente fluía en si misma.
Me había enamorado como un maldito tonto.

Mientras pensaba no me percaté de cuando llegó hacia mi y tomó los bordes de mi silla y me miró a los ojos mientras una bella sonrisa aparecía en su rostro.
Sus ojos brillaban extraordinariamente, su sonrisa estaba tan bonita, su cabello relucía su blanca y bella piel.

Se sentó sobre mis piernas y dulcemente tomó mis mejillas y me planto un beso suave y lleno de amor.

Se levantó y después se fue podía ver su piernas largas dirigirse hacia la cocina.
Hasta que pensé por que no llevarla a un lugar alejado donde nadie nos pueda reconocer.

Días Después.

Adele.

Junto a Simón me sentía bien.
Me sentía un poco más estable, cómoda, no perdía el control, no me refugiaba más en el alcohol.

Cada vez que veía la caja de mi hija sentía un vacío pero simplemente Simón llegaba y lo hacía sentir bien.
El ya sabía la historia de mi hija y sinceramente fue algo que nos liberó a los dos.
Pero al ver a la hija de él sentía de nuevo ese vacio.
La pequeña niña tenía la misma edad que mi hija posiblemente ahora tuviera.
Era una niña bastante dulce y linda.

Me había estado sintiendo un poco mal estos días no mentalmente.
Más bien de salud.
Mi estómago dolía, mis senos dolían, me daban unas náuseas horribles.
Sinceramente las cosas que me gustaban me daban tanto asco y no entendía el por qué.

Pero todo eso se me olvidó cuando Simón decidió que saliéramos de vacaciones.

Después de preparar todo emprendimos camino en la camioneta me gustaba mirar el Pacífico.

La naturaleza era vida y era algo que me encantaba admirar, me sentía llena de paz, ese olor de tierra, el aire limpio y puro, la sensación de la naturaleza era bella.

Me sentía algo cansada y era raro estos días me sentía agotada muy agotada y con ganas de comer mucho.

—Cariño te sientes bien?.—dijo Simón y asentí sonriendo.
Mis párpados se cerraban de sueño.
—Tienes sueño?.—dijo y asentí tomando su mano.
—Puedes dormir si así quieres cariño!!—dijo y sonreí me acerqué y le di un besito y nuevamente me volví a acomodar mientras hacía el asiento algo hacía atrás y me acomodaba en posición fetal.

No tarde ni 5 minutos cuando caí en los brazos de morfeo.

Narrador normal.

Mientras Adele disfrutaba de las mieles del amor quien diría que con su hija la cosa más trágica que iba a pasar por su vida estaba apunto de suceder.

Caminaba de la mano de su mamá Margaret mientras reían y comían helado.
Cerca de casa ellas pasaban por allí.

La Niña no cabía de felicidad al estar con la mujer que se encontraba a su lado a simple vista de veían bastante felices.
Pero como siempre existe el bien y el mal.

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