Capitulo 38.

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Me vestí de negro, por completo de negro como si se tratara de despedir una alma en algún lugar.
Metí mi cola de cabello en una gorra de los Lakers y baje sin mirar atrás.

Todo lo hacia en un ahogado silencio.
No podía dejar que algo le pasara a mi hija.
Y aunque sabia que iba a poner a todos en peligro, también, sabía que mi niña estaba en peligro con ese maniático y no importa si en su lugar quedó yo.
Lo único que quiero es que sea libre.
Que ella sea libre.

Me escabulli entre el estacionamiento y vi mi camioneta, ahí estaba Liam.
Pero, justo llego un guardia y el se movió dejando las llaves y la puerta abierta.
No lo pensé dos veces y corrí.

Al entrar espere que Liam siguiera el camino y no me viera.
Hasta que desapareció en los ascensores con el guardia.
Encendí la camioneta y de inmediato salí de ahí.

Empecé a manejar a lo poco que conocía la ciudad no era difícil encontrar el lugar donde Alex me había citado.

Recordé que el localizador estaba encendido así que decidi apagarlo.
No iba a permitirme que nuevamente le pasara algo a mi hija.
En el camino pensaba en todo lo que podía pasar por esto, pero poco me importaba si perdía la vida o no.

Maneje por una hora la cual se me hacía eterna en cada movimiento que había.
Al llegar al lugar acordado me baje de la camioneta y traje conmigo el localizador y lo metí en mis bragas.

Mire a mis costados y pasaron algunos 10 minutos y sentí como me tomaron por la espalda para después dejarme inconsciente.
En el camino desperté y estaba dentro de una camioneta, tenía mis muñecas atadas y las piernas igual, intenté levantarme y lo logré.
Mire por la ventana y estábamos llegando casi a la orilla del muro que divide con México.
¿Que carajos planeaba?.

Mi mirada no salía de la vista de ese lugar hasta que perdí el tiempo y nos detuvimos en una casa con una fachada extremadamente baja.
Me recosté de nuevo y cerré los ojos.
Sentí como me tomo de las piernas y me cargo en su espalda.
Abrí un poco los ojos y en efecto estábamos cerca del muro.
Nos adentramos a la casa y me dejo en una habitación.
Al salir de la habitación de inmediato abrí los ojos.
Laurie estaba en la otra costado de la cama.
Ella dormía plácidamente.

Intente desatarme las manos haciendo fricción pero era muy difícil así que me moví de un lado a otro hasta llegar a la esquina de la cama, esta tenia una base de fierro, así que aproveche la punta de la esquina para raspar lo que sujetaba mis muñecas y después de provocar fricción mis muñecas fueron sueltas.
Me desaté las piernas y me levanté y me acerqué al lado de Laurie.

—¡Mi amor!.—dije moviéndola.

—Corazón, mi niña!!.—hable y ella abrió de poco a poco sus ojos y al verme se levantó de inmediato.

—¡Mamá!.—me abrazo y la abrace.

—Como llegaste aquí?.—dijo y negué.

—no importa. Lo que importa es que estaremos juntas y nos iremos de aqui!!.—dije y le desate las muñecas.

Me giré y saqué el rastreador encendiéndolo, lo puse debajo de la cama y me acerqué a Laurie.
La puerta se abrió de golpe y un hombre asomaba su rostro, al vernos desatadas su rostro cambió drásticamente.

—Como lograron desatarse?.—dijo y abrace a Laurie.
Entro a la habitación y cerro de un portazo, nos dio de comer y yo no tenía apetito para nada, y por lo visto Laurie tampoco.
El solo nos veía suplicantes por probar un bocado, pero no recibía respuesta de parte de ninguna de nosotras.

—John!!.—el grito de Alex nos sacó de nuestra burbuja de silencio.
Y nos miro a ambas desatadas y su furia fue visible, pues se acercó y me dio una fuerte bofetada, haciéndome probar mi propia sangre, y a el hombre lo sacó a golpes.

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