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—¿Ya empacaste todo? —Preguntó mi madre al entrar a mi habitación.

—Sí —contesté mientras me rasque la nuca—, creo.

—¿Cómo qué lo crees?, asegúrate de tener todo. No quiero quejas sobre que se te olvidó algo —ella se dio la media vuelta. Antes de salir volteó a verme—. En diez minutos nos vamos.

Solté un suspiro y me deje caer sobre la cama. No tenía ganas de ir al campamento que organizaba la prepa cada año, en la segunda semana de pascua, era la segunda vez en que iba al campamento. Siempre pasaba las vacaciones con mi padre, pero en esa ocasión fue diferente, las pasaría con mi madre.

Papá y yo teníamos planeado ir a la playa, pero él me llamó a último momento para decirme que decidió ir con Montse a pasar las vacaciones. Era algo extraño, ya que, algunos fines de semanas y vacaciones las había pasado con Montse, pero todo indicaba que se había vuelto su prioridad.

—Sebastián quita esa cara —dijo mi madre, mientras que manejaba.

—No quiero ir —contesté sin despegar la mirada de la ventana—, ¿Por qué no me puedo quedar en casa?

—Ya te lo he dicho, no quiero que estés solo toda esta semana. Además, no sé a dónde irás y con quién estarás acompañado.

—La única persona que me habla es Danna, y ella va ir al campamento.

—Cualquiera puede entrar a la casa, y algo te puede pasar.

—Ya está más seguro, desde hace semanas que no ha desaparecido nadie, además no sé sabe si en realidad están desapareciendo.

Mi madre me volteó a ver y soltó un suspiro.

—Al menos intenta divertirte en esta semana —dijo ella—, te hace falta salir y que no te la pases encerrado en tu habitación.

Al entrar al estacionamiento de la preparatoria, mi madre se estacionó, puede ver un camión y algunos estudiantes esperando subir. Bajamos nuestras cosas y caminamos hasta el grupo de estudiantes.

—Y, ¿Ese milagro que vienes? —Preguntó Danna, la volteé a ver y noté un gesto de sorpresa—. Ni cuando estabas en el equipo de fútbol venías a los campamentos.

—Solo fui a uno —contesté—, pero mi mamá me obligó a venir, no quiere que me quede solo en la casa, piensa que me pueden secuestrar.

—Ten por seguro que nos vamos a divertir, no toda la semana la pasamos haciendo deportes, también hay juegos.

—Eso espero, ya no me gustan los deportes.

—Pero si eres bueno en el fútbol —dijo Danna dándome un pequeño golpe en el brazo, hago una mueca de desagrado, era probable que si fuera uno de los mejores jugadores del equipo, siempre me lo recordaban, pero desde hace tiempo que no me agradan los deportes—, ¿Ya te enteraste? —Preguntó Danna, creo que al notar mi desagrado con el tema trató de cambiarlo.

—¿Sobre qué?

—Encontraron a una chica de otro pueblo muerta en el bosque.

Aquello me tomó por sorpresa, era la segunda muerte que sucedía después de una desaparición.

—¿De qué murió?

—Al parecer hizo lo mismo que Tony, pero en esta ocasión cortándose las muñecas en vez de colgarse de un árbol, ¿Ese es Alberto?

Lo último que dijo Danna hizo que voltee a ver sobre mí hombro, efectivamente, ahí se encontraba un chico alto, a primera vista se notaba lo atlético, tenía el cabello castaño peinado hacía atrás, su piel era un poco morena. Él se encontraba hablando con el entrenador.

DesaparecidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora