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Después de la plática que tuve con Iván no había podido relajarme, intentaba de hacer otras cosas para olvidarlo, pero me fue imposible, siempre mi mente regresaba a lo mismo. Miré el reloj y vi que pasaban de las seis de la tarde, volví a leer la página del libro, pero no entendía nada, ya lo había leído como unas cinco veces.

Cierro el libro cuando escuché que mi celular sonó, al ver la pantalla me di cuenta que Alberto me estaba llamando, así que contesté.

—Necesito que vengas conmigo y tráete las esferas —dijo Alberto al contestar, no se molestó ni en saludar.

—¿Qué sucede? —Pregunté al escuchar su voz, se notaba que estaba agitado, como si hubiera corrido un maratón.

—Solo haz lo que te digo, no hay tiempo, estoy afuera de tu casa.

Alberto colgó la llamada sin despedirse, aquello me dejó confundido, ¿Por qué él quería las esferas?, me levanté de la cama y me puse los tenis, agarré mi mochila de la silla del escritorio, no había sacado las esferas desde que tuve la conversación con Iván. A mi llego la pregunta ¿Si Alberto quería las esferas porque su padre se lo pidió?, pero era un riesgo que tenía que tomar.

Bajé las escaleras rápidamente, lo bueno fue que mi madre había ido a comprar algunas cosas. Al salir vi el auto de Alberto, así que me subí al lado del copiloto, al verlo me sorprendió, estaba despeinado, su ropa se encuentra desalineada y tiene la respiración entrecortada, parecía que había peleado con alguien.

—¿Qué te sucedió? —Pregunté, él me volteó a ver, sus ojos se notaban un poco rojos, no estaba seguro si estuvo llorando.

—Tenías razón, mi padre es el responsable de las desapariciones —contestó Alberto, aquello no me sorprendió, Iván me lo había confirmado.

—¿Por qué lo dices? —Pregunté, necesitaba saber cómo lo había descubierto.

—Él estaba hablando con alguien por teléfono, por accidente lo escuché, dijo que ya todo estaba listo, que las personas habían conseguido lo que se necesita, que solo faltan las dos esferas, y que vendrían a buscarte —al escuchar lo último sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo—. Mi padre se dio cuenta que lo estaba escuchando, intentó darme una excusa, pero después de hablar contigo ya tenía mis dudas, cuando iba a salir de mi casa un hombre intento retenerme, luche contra él.

—Mierda, ¿Qué vamos a hacer ahora?

—No lo sé, pero lo que tenemos que evitar es que consiga las esferas, por eso he venido por ti, ¿tu mamá está en casa?

—No, fue a comprar algunas cosas, creo que va a tardar.

—Perfecto, porque si vienen por ti no encontraran a nadie.

Esperaba que así fuera, Alberto se puso en marcha, pero se detuvo de repente y me volteó a ver.

—No tengo idea a donde podemos ir —dijo Alberto mirando al frente.

—Tenemos que ir con Iván, él nos podrá ayudar —comenté al recordar aquel hombre.

—¿Quién es Iván? —Preguntó al voltearme a ver con extrañeza.

—¿Te acuerdas cuando fuimos al bosque y Clarisa se perdió? —Él asintió—, al parecer un hombre le dio una llave, la cual le pidió que me lo entregará, hoy por la mañana regrese al lugar en donde encontramos la puerta y la llave abrió, me topé con un hombre y se llama Iván, me explico un poco lo que está pasando, también me comento que mañana me dirá lo que podemos hacer para que las personas vuelvan, creo que él nos puede ayudar.

Durante el camino le conté lo que Iván y yo hablamos por la mañana, para Alberto todavía le era complicado de aceptar que su padre fuera el responsable de todo lo que estaba pasando. Al llegar al bosque nos dirigimos a donde se encontraba aquella puerta, el viento hacía que los árboles se movieran demasiado, logrando que el ambiente se sintiera terrorífico.

DesaparecidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora