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El cielo azul hacia contraste con el verde del cerro, el viento era frío, no tanto como para temblar, era de esos días en los que sentías que había algo diferente, pero no lo sabes con ciencia cierta que está fuera de lo normal.

Volteé a ver a Alberto subir las gradas hasta llegar a donde nos encontramos Danna y yo, las clases ya habían terminado, así que nos quedamos viendo como entrenaba el equipo de futbol, además que Alberto quería hablar con nosotros, ya había pasado una semana desde lo sucedido en el panteón y desde ese día no lo volvimos a ver.

—Hola —saludó al llegar con nosotros quedando enfrente, tenía puesta ropa deportiva, era notorio que le estaba ayudando a Omar al entrenar al equipo—, ya no hablamos sobre lo que pasó hace una semana.

—Es cierto, me quedé con la duda de que pasó con tu papá al enterarse —dijo Danna.

—Al día siguiente por la mañana escuché que mi padre hablaba por teléfono —empezó Alberto a hablar, era notorio su frustración por cómo se pasaba una y otra vez los dedos por el cabello—, se escuchaba molesto, casi le gritaba a la persona con quien estaba hablando.

»Cuando le pregunté qué estaba pasando, me contestó que era algo relacionado con la fábrica, pero se veía demasiado nervioso, él no volvió a decir nada, solo salió de la casa, toda la mañana estuve esperando a que llamaran a la casa para avisarnos que alguien desenterró el ataúd de Antonio, pero no sucedió.

»Así que le propuse a mi madre en ir al panteón a visitar a mi hermano, ella aceptó, sabía que si ella llegaba a ver el lugar se pondría mal, pero de igual forma me arriesgue —tomó aire y nos voltea a ver—, cuando llegamos creí que me había vuelto loco, el lugar estaba como si nada, como si no hubiéramos escarbado la noche, no sé qué ha pasado.

Aquello nos tomó de sorpresa a Danna y a mí, los tres sabíamos lo que había ocurrido aquella noche, no lo imaginamos, en realidad vimos el ataúd lleno de rocas.

—¿Cómo es posible eso? —Preguntó Danna.

—Esto me confirma que mi padre está involucrado en todo esto, estoy seguro que esa llamada era de alguien que está encargado del panteón —dice Alberto

—Sí es así, ¿Por qué tu padre quiere tener secuestrado a tu hermano? —Pregunté frunciendo el ceño—. Tus padres no están separados para decir que se lo llevo porque lo quería tener con él.

—Yo también me pregunto lo mismo.

—¿Creen que también tiene algo que ver con las demás desapariciones? —Preguntó Danna, intercalando la mirada entre Alberto y yo.

—Espero que no —dijo el castaño al pasar sus manos por el rostro con frustración—. Si es cierto lo que está escrito en el diario, tenemos que conseguir la tercera esfera.

—¿Cómo lo haremos?, no sabemos en donde se encuentra —dije.

Habíamos revisado el libro más de una vez para encontrar un posible indicio de donde se podía encontrar la tercera esfera, pero no lo descubrimos.

—¿Por qué no intentamos hacer esto? —Preguntó Alberto al tomar el diario y ponerlo en la página del ritual que hice en el baño de la gasolinera.

—No sé —contestó Danna haciendo una mueca—, creo que meternos en todo esto ya es peligroso, como para meternos en algo más demoníaco.

—No creo que pase algo, bueno a mí no me contesto cuando lo intente —dije haciendo una mueca.

Nos quedamos en silencio, Danna como Alberto se encontraban en un conflicto en si hacer el ritual o no.

DesaparecidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora