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Solté un suspiro de alivio al ver a mi madre subir las escaleras, ella fruncí el ceño al verme.

—Sebastián, ¿Qué sucede? —Preguntó al verme, ella abrí los ojos al ver mi mano—. ¿Por qué traes un cuchillo?

—Creo que alguien se metió a la casa —dije al momento de dejar el objeto en una repisa que estaba a mi derecha.

—¿Por qué lo dices?

—Cuando llegué la puerta se encontraba abierta, también la de mi habitación —al decir eso ella se asomó a ver mi habitación, cuando escuchamos un ruido en el cuarto de lavado dimos un pequeño brinco por el susto.

—Quédate aquí voy a ver.

Mi mamá va al cuarto y escuché como levantó algunas cosas, lo cual sospechaba que eran los envases de jabón. Después de un tiempo esperando la vi salir con un gato de color café entre los brazos.

—Creo que este es el responsable de todo —dijo mi madre al llegar conmigo.

—No creo que un gato sabe abrir puertas —dije molesto, parecía como si ella no me creía, estaba seguro que alguien se había metido.

—Sebastián, tal vez dejaste la puerta abierta de tu habitación y la de la casa, el gato entró y buscó la forma de salir y no la encontró por lo que tiro tus cosas.

—Ahora yo soy el loco —dije desviando la mirada, ella estaba a punto de hablar cuando se escuchó que la puerta de la entrada se cerró.

Me pose alerta al igual que mi madre quien se asomó por las escaleras para ver si alguien entró a la casa.

—Eres tú —dijo ella soltando un suspiro.

—¿Estaban esperando a alguien? —escuché la voz de mi padre quien subía las escaleras—. La puerta estaba abierta así que decidí entrar.

—Creo que ya encontramos la explicación a todo.

—No sabía que adoptaron a un gato —dijo mi papá al momento de alzar la mano, estaba a punto de tocarlo cuando el animal le soltó un gruñido de enojo—, creo que no le agrado.

—¿Qué estás haciendo aquí? —Pregunté, los dos me voltearon a ver, él nunca iba a verme otro día que no fuera viernes o el fin de semana, al menos que se tratara de una emergencia.

—Tu mamá me dijo que quiere hablar conmigo de algo importante.

Volteé a verla, buscando alguna explicación.

—Sebastián recoge todo lo que tu habitación, me dices si te hace falta algo, mientras voy a sacar el gato, Humberto acompáñame —después de decir eso mi madre bajó las escaleras, acompañada de mi papá.

Al entrar a mi habitación levanté todo lo que se encontraba en el suelo, la ropa la volví a poner adentro del closet, las cosas que ya no estaban en el escritorio las volví a poner en su lugar, al igual que las cobijas y amoldas las puse de nuevo en la cama. Después de acomodar todo, llegue a pensar lo mismo que mi mamá, que el responsable de todo ese desorden había sido el gato. La computadora, la televisión y algunas cosas de valor, además de mis ahorros que estaban a la vista de todos, se encontraban en el mismo lugar que los deje.

Todo lo que paso con Clarissa hicieron que no pensara bien. Saqué el libro de la mochila y lo dejé en el escritorio, estaba punto de romper la hoja que dejó aquel hombre cuando mi padre abrió la puerta, así que lo metí rápido al bolsillo del pantalón.

—¿Qué está pasando? —Preguntó mi padre, por su rostro sabía que mi mamá le dijo lo que había sucedido.

—Nada —contesté, él soltó un suspiro, era notorio que estaba molesto.

DesaparecidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora