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Pasamos algunos árboles, como una que otra casa, mi madre se metió a la cochera de nuestra casa. Después de lo sucedió en el campamento, decidieron que lo mejor era regresar a Zarca, no querían correr el riesgo de que algo nos pasará. Nos bajamos en silencio, al entrar a la casa, sabía perfectamente que mi madre me iba hacer una serie de preguntas, las cuales ella no me pudo hacer en el campamento.

Al salir del bosque en la madrugada, nos encontramos a mi madre en la entrada de la cabaña, era probable que escuchó el gritó y el disparo. Al vernos, ella frunció el ceño, abrió un poco la boca para hablar, pero la cerró cuando se escuchó otro disparo.

Nos metimos a la cabaña, los tres estábamos asustados por lo que habíamos visto. Se escuchó un tercer disparo, lo que hizo que algunos que se encontraban dormidos se despertaran.

El encargado del lugar llamó a la policía, tardaron varios minutos en llegar, tomaron algunas declaraciones, mi madre nos dijo que era mejor quedarnos callados, que si nos preguntaran solo contestáramos que nos encontrábamos dormidos como los otros estudiantes.

—Ahora si —dijo mi madre al momento de cerrar la puerta de la entrada—, quiero que me digas, ¿Qué estaban haciendo los tres en el bosque en plena madrugada?

—Ya te dije que solo fuimos a caminar —contesté al sentarme en el sillón.

—Sebastián, dime la verdad de lo que estaban haciendo. Les pudo haber pasado algo y nosotros sin saber en dónde se encontraban.

No podía decir nada, ni Danna, ni Alberto del por qué estábamos en el bosque.

—Hijo —dijo ella al sentarse a mi lado izquierdo—, te voy hacer una última pregunta y espero que me contestes con la verdad, y prometo no enojarme.

—Bien.

—¿Estaban haciendo cosas indecentes en el bosque?

—¿Qué?, ¡No!, ya te lo dije, solo fuimos a caminar.

—Sebastián no creo ese cuento que solo fueron a caminar, además, tu padre me dijo lo que hiciste cuando fueron a la laguna.

—Pensé que no te lo diría —dije bajando la mirada.

—No te pregunte nada al respecto porque quería que tu me lo dijeras, sabes perfectamente lo que pienso sobre el cigarro.

—Lo sé, esa fue la última vez que lo hice.

Fue cierto, aunque quería volverme a comunicar con aquel ser, no me atrevía a volver hacerlo de nuevo.

—¿Al menos se prote...?

—No hicimos nada de lo que te imaginas —interrumpí al ponerme de pie para irme a mi habitación, no quería tener esa platica con ella.

Saqué el pedazo de papel y lo volví a leer.

"Todo aquello inició con un accidente, si quieres que los desaparecidos vuelvan con sus familiares, en el árbol se encuentra la primera parte para que sean liberados de las manos del mal"

Aquellas palabras escritas, para mí no tenían sentido, era como resolver algún tipo de acertijo. Solté un suspiro y caminé a la entrada de la biblioteca del pueblo. Me dirigí donde se encontraba la mesa de la recepción.

—Hola —salude con una sonrisa al ver a la chica que estaba enfrente de la computadora.

—Hola —contestó ella alzando la vista y regresándome la sonrisa.

—Vengo a terminar la tarea que viene hacer hace dos semanas.

—¿Necesitas otra vez los periódicos antiguos?

DesaparecidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora