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Veía como mi madre teclea el número de mi padre intentando comunicarse con él, mientras que tomaba un poco de café, era de esperarse que él no iba a contestar. Escucho como soltó un suspiro de frustración.

—¿Sí le recordaste que él iba a llevarte al examen? —Preguntó ella al voltearme a ver.

—Sí, ayer por la noche le mandé un mensaje, pero no me contestó.

Se suponía que mi padre me llevaría al examen de admisión a la universidad, pero al parecer lo olvidó, vi como ella agarró su celular para mandar un mensaje.

—Vamos —dijo mientras ella agarró su bolsa.

—¿Me vas a llevar? —Pregunte frunciendo el ceño.

—No, le mande un mensaje a la mamá de Danna, ella te llevará.

Desde que nos peleamos, Danna y yo no habíamos vuelto a hablar, pero sabía que no tenía otra opción, mi madre no me podía llevar porque también era el examen de admisión para la prepa y ella tenía que supervisar un salón.

Así que la madre Danna fue la encargada de llevarnos, en todo el camino ella iba hablando, yo solo lo me limite a contestar cuando me preguntaba algo, casi una hora después llegamos, al bajarme le di las gracias por haberme llevado y me despedí de ella.

—Sebastián —volteé a ver a Danna—, suerte.

—Igualmente —contesté.

Caminé hasta llegar a donde me correspondía, durante el examen intenté concentrarme, pero me fue imposible, el que mi padre no haya contestado ninguna llamada o mensaje hizo que me preocupará más, llegue a pensar que se encontraba en peligro y no lo sabía.

Después de dos horas y media se terminó el examen, así que tuve que esperar a mi madre a que me recogiera, vi como las personas se iban poco a poco, después de media hora ella llegó. Al subirme me recibió con una sonrisa.

—¿Cómo te fue? —Preguntó con la misma sonrisa, ella tenía la expectativa que entraría a la universidad, pero era algo que no sabía si sucedería.

—No lo sé, tal vez bien —contesté, tratando de sonar tranquilo—, ¿Papá ha llamado?

—No, tal vez ha salido, le he llamado a su casa, parece que no está él ni Montse, tal vez salieron por una emergencia, si les hubiera sucedido algo malo ya nos hubiéramos enterado.

Ella tenía razón, siempre las malas noticias siempre viajaban rápido, pero después de que aquel ser me advirtió que alguien cercano iba a desaparecer hizo que me pusiera más paranoico.

—Omar nos invitó a comer —dijo mi madre sacándome de mis pensamientos—¿Te parece bien?

—Sí, está bien.

La puerta se abrió y vimos a la señora Alba, la madre de Omar, quien nos recibió con una sonrisa y nos invitó a entrar.

—Tomen asiento —dijo Alba al cerrar la puerta.

—Traje un pastel —dijo mi madre—, es de chocolate espero que les guste.

—Claro que nos gusta, en especial a Clarisa, creo que hay lugar en el refrigerador.

Ellas salen de la sala, posiblemente para ir a la cocina, mientras que yo me senté en el sillón, vi con detenimiento la habitación, había varios cuadros con fotos, a simple vista era como una típica casa hogareña. La puerta de la entrada se abrió, vi como entró Clarisa con un vestido rosa, la cual salió corriendo hacia la cocina ignorándome, y detrás de ella Omar.

DesaparecidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora