Maya sintió aquel viaje en ambulancia como el más largo de su vida, le estaba sirviendo de enfermera a Warren, trabajaba y le asistía, sin un instante de descanso, pero mientras lo hacía, su mente, sus ojos, pasaban a Carina, que estaba llorando en silencio al lado de su hermano, de vez en cuando le susurraba palabras de ánimo, mostrando esperanzas, pero Maya sabía que por mucha esperanza que quisiera tener, no dejaba de ser doctora y sabía que su hermano estaba mal. Ella misma que era bombera y solo en algunas ocasiones había tenido que estar en el camión médico, aunque como todo su equipo, tenía nociones básicas de medicina para casos como esos en los que tenía que ayudar. Maya veía el monitor, las constantes de Andrew cada vez estaban más bajas, el joven estaba sudando y estaba muy pálido, cada vez que tosía, salía sangre y aún con la mascarilla de oxígeno, se veía que le costaba respirar.
-¿Por qué no hemos llegado aún? -preguntó Carina
-Estamos yendo lo más rápido posible -le aseguró Maya
-Debería llamar a Bailey para decirle que se trata de él, así estarán todos preparados -Carina comenzó a buscar su teléfono móvil
-Carina, sé que tienes miedo, pero eso no le ayudará, debes mantener la calma -le pidió Warren
La ambulancia comenzó a ralentizarse y todos se pusieron alerta, estarían llegando. En cuanto la ambulancia se detuvo la puerta se abrió mostrando a Hunt. Éste los miró sorprendido, después reparó en quien era el paciente
-Herida de arma blanca desde el abdomen hasta el tórax -indicó Warren-. Hipotensión y taquicardia, lleva más de un litro de suero
-¡Llevadlo a trauma 1! -gritó Hunt
-Owen, por favor, sálvalo -le suplicó Carina
A pesar de los intentos de las enfermeras de sacar a Carina del box, no lo consiguieron, por ser médico del hospital le dejaron estar presente, ya que no podían seguir perdiendo el tiempo en intentar convencerla para que se marchase. La italiana se posicionó en una esquina para no entorpecer el paso de los médicos, Maya la abrazaba con fuerzas, temiendo que en cualquier instante cayese de rodillas superada. Carina no dejaba de llorar en silencio, deseando ir al lado de su hermano cada vez que lo veía quejarse del dolor, pero los fuertes brazos de Maya la sujetaban y le impedía que fuese a su lado. Carina no miró ni un solo instante a su novia, pero le estaba agradecida, sabía que aquello sería mucho más duro sin ella a su lado.
-Debemos subirlo a un quirófano -informó Hunt llevándose de allí a DeLuca. Se detuvo y miró a Carina al ver que pensaba acompañarlos-. Debes quedarte aquí, te informaremos en cuanto sepamos algo
-Pero... -protestó Carina
-Hazle caso, trabajarán mejor sin la presión de que estés observando cada uno de sus movimientos -le dijo Maya
-Está bien... -Carina vio cómo se llevaban a su hermano, después se dirigió a la capilla, pues necesitaba hacer algo, cualquier cosa.
***
A Carina le habían dado una sudadera del hospital para que se cambiase la ropa llena de sangre, en parte para que ella estuviese más cómoda, en parte para no asustar a los demás pacientes, y por otro lado, porque su ropa era una prueba que la policía necesitaba.
Carina se encontraba junto a Maya en la capilla del hospital, no solía rezar mucho, pero en esos momentos lo necesitaba, no estaba segura de si era porque necesitaba un milagro, porque era lo que las demás familias solían hacer o simplemente porque ella necesitaba hacer algo, cualquier cosa.
Maya miraba a Carina con preocupación, no se le daban bien esas cosas, normalmente no tenía que preocuparse por nadie, y no estaba acostumbrada a tener que estar con alguien en esos momentos tan duros, en su profesión la muerte era rápida y estaban preparados, pero nadie te prepara para que te apuñalen en mitad de una estación de tren, ni te dicen las palabras adecuadas para consolar a tu novia cuando teme por la vida de su hermano. Cuando vio que Carina se peleaba con las cerillas al intentar encender una vela se aproximó con rapidez y la ayudó, eso sí podía hacerlo.
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Rompiendo las reglas
Fiksi PenggemarLas reglas estaban claras, cada miércoles se verían y tendrían sexo, nada de sentimientos, nada personal, las dos mujeres ni siquiera sabían el nombre de la otra. Pero el destino hace de las suyas, y Carina DeLuca, doctora del Grey Sloan Memorial c...