La sorpresa

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Angelina sonrió al ver la gran tarta y la mesa llena de gominolas. A lo lejos, explotaron los fuegos artificiales, lo que hicieron llorar a George orgulloso. 

- ¿Quieres bailar conmigo después de la escena emotiva? - susurró Fred.

- Sí.

- Pensé que ibas a insultarme.

- Fred - advirtió Afrodita - No estoy de humor.

- ¿Te subo el ego y el humor? 

- No gracias. Pero no te negaré un beso.

Fred sonrió y obedeció. 

Al separarse, él la miró apenado.

- Lo siento por todo. Seguro lo pasaste mal y te agregué problemas.

Afrodita bajó la cabeza sin nada que decir, y él le besó el pelo con cariño.

- Me siento mal.

- No digas eso - ella levantó la cabeza y lo miró a los ojos - Al final de todo, creo que lo pasamos bien. - le sonrió - Y nos conocimos mejor. Me acuerdo de aquello que dijiste, eso de: conocí tus imperfecciones, si es que encontraba, y me enamoré de ellas. O algo así.

Fred sonrió - Fue verdad todo lo que dije.

- Yo también me enamoré de tus imperfecciones que tan bien escondías. - le besó la mejilla. 

Y ahí estaban los dos, enamorados de su yo desnudo psicológicamente del otro.

- ¿No te molestan mis estrías entonces? ¿Ni siquiera mi celulitis?

- No. De hecho, creo que es lo que más amo.

- ¿Ni siquiera te molesta que sea romántica o desordenada?

- No. Te hace parte de tu ser, y yo me he declarado fan de tí.

- ¿Y mis dedos pequeños o los pequeños pelos?

- Somos humanos cariño. Todo eso te hace más humana, más natural, por lo tanto, más guapa. Voy a compararte con la naturaleza para que veas como te veo. ¿Has oído el sonido de los pájaros por la mañana, olido la tierra mojada, saboreado los frutos de los árboles, sentido la espuma de mar en tus pies?

- Sí - contestó ella confusa.

- Es genial. Te sientes cómoda, encuentras tu momento, lugar, sonido, tacto, gusto favorito en ello. Claro que tiene cosas malas, como madrugar para escucharlos cantar, el miedo a la lluvia, escalar para encontrar el mejor fruto, o que te pinches con una concha rota. Pero sin ello, no tendríamos el resultado. Todo ello es perfecto, es armonía, es naturaleza. Tú eres naturaleza. Claro que a veces es odioso escucharte regañar, puede que me mareé al verte moverte de un lado a otro por indecisa y desordenada, que odio que seas insegura, que intentes taparte con mucha ropa, que estés obsesionada con la antigua sociedad, o con Johnny Depp. Pero créeme cuando te digo que también lo amo. Regañar, oh Merlín, es algo acelerado, algo lleno de adrenalina, algo entretenido. Cuando tienes algo desordenado tú te desordenas, y te queda sexy. Deberías llevar menos ropa, no digo escotes, pero tienes que lucirte, eres preciosa. Una diosa griega. ¿Sabes? La escultura de Afrodita tiene michelines, y eso la hace más bella y más diosa. Y no se avergonzaba. Claro que sin ropa te ves mucho mejor, pero eso sólo puedo verlo yo. La obsesión ya es extraña, pero no te preocupes, yo también estoy obsesionado con mi tienda. Pero no por eso, voy a dejarte de amar más.

(No me culpéis por subiros las expectativas en el amor. Vosotres os merecéis a alguien así. Punto)

Afrodita se quedó sin palabras. Intentó decir algo, pero sólo consiguió besarle.

Al separarse, se rió nerviosa.

- Me encanta cuando te ríes así - admitió Fred.

- A mí me encanta que tú seas mi novio. No quiero a nadie más. No pido más. Sólo a tí. Es lo único que amo en el mundo.

- Acabas de destrozar mi discurso. Todo eso es lo más bonito que he escuchado en mi vida.

Afrodita volvió a besarle.

- Hoy estás muy besucona. ¿No?

- Es que te amo.

- Me alegra saberlo. 

Se giraron al no escuchar nada y vieron a todos viéndolos. Muchas lloraban, mientras los otros abrazaban a sus parejas. Menos Charlie que abrazaba a su sobrina.

- Ha sido precioso - confesó Angelina intentando aguantar las lágrimas.

Afrodita abrazó a Fred con una gran sonrisa en su cara. 

- Bueno, ¿quién tiene hambre? - preguntó Fred.

Todos corrieron a la mesa de gominolas. 

Molly se acercó a la pareja junto Arthur.

- Voy a ponerme a llorar de felicidad el día que os caséis - confesó Molly.

- Sois una pareja perfecta. Como dos almas gemelas - sonrió Arthur.

Fred y Afrodita se miraron y sonrieron.

- El crédito es vuestro - comentó Afrodita - Es vuestro hijo.

- Y ahora es tu novio - añadió Arthur.

- Estamos muy felices de estar juntos - confesó Fred.

- Todos los años hablando de ella, ya pensé en intervenir - se burló Molly.

- ¿Hablabas de mí? - preguntó Afrodita divertida.

- Todo el tiempo - admitió Arthur por su hijo - Llegaba del tren y ya era un Afrodita me ha hecho...ha dicho...es que es guapa, e inteligente, no lo niego, pero hoy ha sido... Y luego durante el verano. George, quiero planear esto para Afrodita...una profesora le ha hecho esto a Afrodita, deberíamos... George ven por Afrodita por aquí; George, Afrodita por allá... Era horrible. George se volvía loco.

- Sobretodo porque todos los veranos George le escribía a Angie. ¿Te acuerdas Arthur? Bajaba a preguntarnos qué rimaba con qué, y qué quedaba bien con que. Siempre escribía cosas bonitas, pero eso se las trabajaba Fred. Aunque sólo nosotros cuatro lo sabemos.

- Me volvían loco los dos. Pensé que los demás me marearian con sus parejas, pero ellos tenían confidentes entre sus hermanos. Bill y Charlie; Harry y Ron; Percy y Bill; Ginny y Hermione. Y los gemelos. Inseparables, e insoportables. Eso sí, después de criarlos, creo que ya todo lo demás me parecerá normal. Incluso ver un unicornio siéndole fiel a un Malfoy. Será completamente normal. La magia de los gemelos Weasley.

- Espero que nuestros hijos no salgan así - Angelina se unió a la conversación con George - Moriré de un infarto.

- Yo le dije a Arthur que un niño y basta. Y mira, ocho.

- ¿Ocho? - preguntó Afrodita extrañada

- Harry - contestaron los gemelos a la vez.

- Oh, que adorable - opinó la castaña - ¿Podemos adoptar también?

- ¿Qué tal si vemos cuántos podemos tener? No sé, para probar.

- Espero que se parezcan en físico a tí. Sólo eso. - pidió Afrodita.

- Seguro que se enamoran de su tío Charlie. - Fred rodó los ojos.

- ¿Celoso cariño?

- No. Bueno, un poco. Pero no te preocupes, me acostumbraré.

Afrodita le besó la mejilla.

- ¿Quién iba a pensar que hace dos meses se odiaban a muerte? - se burló George.

- Era horrible escucharlos todo el rato - confesó Angelina.

- Gruñian hasta por quién respiraba primero - se unió Molly.

- El amor siempre gana - Arthur tomó la mano de su mujer. Molly sonrió orgullosa de su familia.

Enemies in law (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora