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—¿Y sí no lo devolvemos?

El pecoso detuvo su pasó y miro al omega, quien se aferraba al pequeño pelinegro, Izuku soltó un suspiro pesado ganándose la mirada rojiza del omega, a la cual le sonrió suavemente.

—No podemos hacer eso...él ya tiene una vida, tiene a personas que lo esperan...

—Pero es infeliz con ellos

—Talvez tienes razón, pero sabes que él extraña a sus padres, sus verdaderos padres, hay cosas que ellos saben que nosotros no y que se lo pueden explicar a él.—Acarició la cabellera del niño y miró el puchero del peliceleste. —A-ademas no sera fácil criar a un niño, ni para ti ni para mi.

Tomura soltó un bufido, además ya se encontraban en el lugar del tan esperado encuentro ya no había vuelta atrás, por más que haya descubierto tantas cosas al lado de ambos pecosos durante ese tiempo.

—Bien —Bufo rendido, desviando su mirada.

El pecoso miro su teléfono, donde marcaba la programación de la hora acordada, el director había dicho que estaría presente pero al parecer la máquina quiso activarse antes de tiempo, Hatsume había dicho que dejaria todo programado que no tocasen nada, alzó su mirada hacia ambos lados al igual que el peliceleste.

El silencio se vio interrumpido por ciertos destellos azules brillantes que se formaron en la máquina frente suyo, el vórtice comenzó a extenderse haciendo retroceder a ambos protegiendo al niño,quien seguía en un sueño profundo, un golpe de aire hizo que cerrasen sus ojos.

Lentamente abrieron sus ojos, notando la luz blanquecina que resaltaba los bordes el vórtice, la vista en su interior se torno más nítida dandose a ver a una pelirosa más adulta pero con ese estilo que la destacaba, chica la cual Izuku conocía a la perfección.

—Oh... Hola—Dijo con una sonrisa alejándose de la vista de estos quienes se miraron desconcertados.

Del otro lado las mujeres que trabajaron arduamente rieron y gritaron de alegría, habían conseguido que funcionase, sus brillantes mentes serían imparables juntas.

La mujer del incidente soltó el aire que tenía acumulado, sollozando de alegría, ahora sólo esperaba no estar despedida después de abandonar buenas horas de trabajo.

—Lo lograron...

El alfa también estaba feliz, apretó suavemente las manos del omega, quien miraba el vórtice atónito, el apretón lo sacó de sus pensamientos y escondió su rostro en el pecho del alfa donde se le escaparon unas cuantas lágrimas.

—Ya es hora—Sonrió frotando la espalda del omega, quien asintió y se separó.

Su corazón latía a mil, sentía sus palmas sudar de los nervios al igual que su rostro y un gesto que mostraba toda su preocupación, sentía sus piernas temblar a cada paso que daba.

Ya frente al vórtice, vió a su pequeño hijo en los brazos del omega peliceleste, sentía que se le escapaba el aire, quería lanzarse al otro lado y arrebatarselo, aún sabiendo que era él mismo en otro tiempo, pero guardó sus impulsos pues su imprudencia podría costarle el trabajo y quedarse atrapado en ese tiempo, no era una opción.

Con su mirada examinó a ambos tanto al peli verde quien se notaba sorprendido como al peliceleste, quien lo miraba con los ojos entrecerrados abrazando más al niño contra su cuerpo.

El pecoso mayor vio a ambos de manera rápida después de ver a Tomura mirarlos fijamente, acarició su espalda y el omega lo miro un momento a lo cual él volvió a sonreírle.

—¿U-ustedes son sus padres?—Preguntó el joven pecoso. —S-son nosotros

—Sí, técnicamente somos ustedes y...

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