XXXI

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Tarareaba algún ritmo musical mientras ajustaba algunas tuercas de la nueva máquina que había creado, su bebé N° 215 normalmente no le tomaba mucho tiempo construir algo pero esta vez la máquina debía tener relación con el tiempo y el espacio, física cuántica, cosas que en sus tiempos no son algo novedoso pero aún así no se lograba descifrar como funcionaba.

Por primera vez tuvo que acudir algunos libros y archivos sobre los quirks relacionados con el tiempo pero existían muy pocos y su único avance en eso era un par de horas atrás o unos minutos en el futuro como el quirk de Sirnitgheye, de cualquier forma nada era seguro, después de todo la visión del fallecido héroe no fue del todo cierta.

Bajó del banquillo en el que estaba parada y admiró a unos pasos su nueva creación, era bella y perfecta a sus ojos, lo que muchos no entenderían, mientras miraba a detalle las partes de la máquina en el centro de esta comenzó a resplandecer una pequeña chispa de unas tonalidades azules y blanquecinas.

Aunque quisiera acercarse, su cuerpo mismo la traicionó retrocediendo con precaución, la pequeña chispa desaparecia y volvía, era pequeña pero podía ser peligrosa, en sus intermitentes apariciones algo brotó de ella, un pequeño retaso de papel con una pequeña esquina quemada en la que en medio decía su nombre.

Abrió ampliamente sus ojos y miró a ambos lados en busca de alguien o de alguna cámara que le este jugando alguna broma o que haya presenciado lo mismo que sus ojos pero no había nadie, era la primera en llegar al taller era imposible que alguien sepa que está ahi a excepción del director.

Su sonrisa se extendió en su rostro al darse cuenta la única lógica que habría para eso, su máquina funcionaba y posiblemente fue detectada en alguna parte del tiempo por algún otro inventor o científico.

Ambas máquinas estarían interconectadas entre sí para ser usadas como la puerta al otro tiempo en que se encuentren, la pequeña parte quemada debía ser por la fuerza y la presión ejercida en la que viajó el retaso de papel.

Se dio una palmaditas a su hombro, dándose todo el crédito por su gran avance, sin perder tiempo decidió experimentar con la máquina, usándolo como medio de comunicación, así que tomó una hoja de papel y escribió algunas preguntas, como ....

"¿Que año y día era?"

[...]

Almenos todo marchaba bien después de que Yoshi hablara con su madre, una vez más el pequeño resplandecía como un rayito de sol, desbordando alegría a los que lo rodeaban, verlo era la serotonina después de un largo y pesado día de entrenamiento.

Las cosas tensas entre el pecoso y el cenizo disminuyeron de un día a otro, todos lo notaron, algunos les restaron importancia, otros se preguntaban si eso era bueno o malo pero almenos el pequeño pelinegro ya no le gruñía cada que lo veía pasar incluso aveces trataba de ser amable con el cenizo, todo tenía un porque y eso era que sabía que su padre ya pertenecía a su madre, su padre dijo que no odiaba a su madre así que suponía entonces que también lo quería, pronto los vería juntos, estaba seguro, era eso y también el hecho de que Bakugo lo salvó en una ocasión de comer la desabrida comida que hacia su padre y su nuevo proclamado tío Shoto.

Porque sí, no a todos los llamaba tan familiarmente, era un título merecedor por parte de él, recuerda que a su casa acudían algunos héroes, compañeros de su padre pero éste no le permitía interactuar con ellos, en una de las ocasiones logró conocer a su héroe favorito y ese era Shoto, estaba tan nervioso al verlo tan cerca que no podía articular alguna palabra, su padre tampoco impidió que lo vea, mientras esté a su lado.

Aun así fueron pocas las veces y nunca podía decir una oración completa frente al Héroe, pero se lo contaba sin falta a su mamá cada que lo visitaba aunque al final terminaba llorando en sus brazos por ser tan tímido.

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