Llevar a los niños al supermercado me hubiese parecido una pésima idea, pero ahora que los veo a los tres completamente embobados y quietecitos en su carro sin hablar ni mover un dedo, creo que los voy a traer más seguido.
La noche de bodas terminó cuando mi marido desapareció al otro día y volvió dos días después. Esta vez hice completamente la ley del hielo y me fui a dormir con Alba, de donde aún no me muevo.
- Olga, voy a buscar algo en el pasillo tres - le aviso al ángel de Olga quien no me deja sola ni un sólo segundo, ella asiente.
- Sami yo quiero ir - grita Erkan estirando sus bracitos, lo tomo y lo bajo.
- Yo también Sami - giro mis ojos, pero también lo llevo.
- Ninguno se despega de mi lado - les advierto y tomo sus manitos y nos vamos al pasillo de los tratamientos para el pelo.
- Hey! - me grita alguien y veo que es un guardia del orfanato, me paralizo y no suelto las manitos de mis niños. - te conozco - dice acercándose. Sonrío y hago como que intento recordar.
- No lo recuerdo, lo siento - intento no verme nerviosa, él mira los niños a mis costados y vuelve a mirarme.
- Oh! Lo siento, debí confundirte con alguien más - habló nervioso y se rasca su nuca.
- Tranquilo, suele pasarme - río - más después de un par de niños revoltosos - ambos nos reímos y ellos me miran serios.
- No somos revoltosos - hablan al unisono.
- Bueno, disculpas de nuevo - asiento una vez más y él se va.
Tomo un shampoo de los grandes y un acondicionador de las grandes y le doy una a cada niño. Caminamos de vuelta a Olga quien intenta hacer que Alba se calle, ya que desde que aprendió a decir palabras sueltas no para. Subo a los niños al carrito y nos disponemos a pagar, mientras le saco charla a la niña. Me gusta estimular a la pequeña a que digas más cosas.
- Hola! - saludo a la cajera, ella no devuelve el saludo y parece más bien mal humorada. Ponemos todo en la cinta, sin olvidar nada y luego de pagar nos vamos al auto. Los niños hablan, cantan y juegan de camino a la casa.
Pero mi cabeza no deja de pensar en ese guardia, si no hubiese estado con los niños quizás si me hubiese reconocido y eso es un lujo que no me podría dar.
Al llegar a casa, sospechosamente está Nikolai, pero en vez de pelear dejo a los niños jugando y voy hasta la oficina de la casa. Toco antes de entrar y lo veo sentado en su silla, totalmente concentrado.
- Sam - dice sorprendido.
- Sólo quería avisarte que ya volvimos - él asiente y vuelve su vista a los papeles que tenía en frente.
- ¿Algo más? - habla con un tono de superioridad.
- Si - él vuelve a dirigir su vista a la mía - un guardia del orfanato casi me reconoce en el supermercado, pero como llevaba a los niños creo que supuso que eran mis hijos y no pasó nada.
- ¿Cómo? - pregunta preocupado.
- Lo que escuchaste - ruedo los ojos.
- Si Sam, ya escuché, pero ¿fueron solos al supermercado?
- No, fuimos con Olga - le explico. Él se levanta preocupado de su silla.
- ¿Sin nadie que las proteja? - pregunto, yo fruncí el ceño.
- No creí necesitarlo - le explico.
- Sam, amor, no pueden salir sin nadie que los cuide - me dice mirándome a los ojos con una mirada que me sembró la duda. Nunca vi esa mirada llena de miedo, furia y nerviosismo.
- ¿Qué pasa? - pregunto con nerviosismo.
- Es mejor que no lo sepas - comienza a hablar, pero ya no soporto esto de no saber nada.
- YA BASTA NIKOLAI - le grito, es la primera vez que le grito y lo hago callar - ya estoy cansada de esto, de ti sin estar aquí por semanas, de no saber nada de lo que está pasando, de tener que pedir por favor que vuelvas sano y vivo porque no sé ni que es lo que haces fuera de la casa - explico colérica - si tu me amas y todavía confías en mí, dime que es lo que sabes y de que debo proteger a nuestros niños - pido - por favor - agrego al ver que su cara no sale de la preocupación, me mira con tristeza como si estuviese viendo a alguien enfermo.
- Te lo diré, pero en la noche cuando los niños duerma y Olga esté en su casa - intenta tranquilizarme, asiento.
Le doy una última mirada y me voy, sin hacer ningún tipo de contacto más que el visual. Los niños seguían en su mundo de juegos y diversión, Olga preparaba las habitaciones y yo me puse a preparar la cena.
Luego de cenar le pedí a Nikolai que por favor lleve a Olga a su casa, él entendió mi preocupación y la acercó a su casa sin peros ni contras. Me dispuse a dormir a los niños en sus habitaciones y me senté en la cocina a esperar al que se supone es mi esposo. Para calmar mis nervios preparé algo de té. Cuando el cruzó la puerta de entrada se veía cansado, no reparé en sus ojeras y la pesadez con la que camina.
- ¿Quieres una taza de té? - pregunto para aligerar el ambiente, él solo asiente y se sienta en la isla de la cocina. Miramos por los monitores a los niños y todo está en orden.
- Yo lo siento Sam - habla mientras estoy de espaldas preparando su té - no quería dejarte sola aquí, me gusta mucho esta versión de ti siendo una madre completamente funcional - sonrío y me quedo frente a él.
- Gracias - hago un ademan con mi cabeza - los niños lo hacen bastante fácil, excepto Alba que ahora que sabe caminar anda desnuda por toda la casa - él ríe, pero la sonrisa no llega a sus ojos - me preocupas - hablo seria - te veo demasiado preocupado y no sé como distraerte o hacerte sentir mejor - tomo su mano y él las lleva a su boca dando un beso en el dorso de mi mano, aún en silencio.
- Estamos en algo muy grande y peligroso - asiento - las personas con las que nos metimos son muy peligrosas, incluso más que mi empresa - toma un sorbo de té y continua - ellos no saben que estamos por tenderles una trampa con la policía, entonces hasta que ellos no sepan y no sospechen todos están a salvo - un nudo se me hace en el estómago - si ellos saben la verdad antes de estar tras las rejas, ustedes corren peligro, las familias de mis hermanos y todos a nuestro al rededor.
- ¿Por qué están con la policía? ¿Por qué hacen esto? - pregunto aún consternada.
- Nos atraparon haciendo algo ilegal, que, de verdad Sam, cuanto menos sepas más a salvo te encuentras - asiento - entonces hicimos este trato, ellos nos dejan libres haciendo esto que no es tan ilegal porque no tiene margen legal - algo en mi cabeza hace cuentas pero no entiendo - pero nosotros le damos a los traficantes más grandes de todo el mundo, que casualmente han trabajado con nosotros varias veces - suspiro una vez más y miro a mi al rededor.
- ¿Olga es de confiar? - pregunto preocupada.
- Si, la investigamos muchas veces y de diferentes formas - vuelvo a asentir y doy la vuelta a la mesa para poder abrazar a Nikolai.
Sus brazos son mi lugar seguro. Nada malo podría pasarme entre ellos.
- ¿Podemos hacer las pases? - pregunta tímido.
- Lo siento, pero esta semana no podemos - digo igual de tímida, aún soy una niña cuando de mi período se trata.
- Un buen soldado no teme manchar su espada con sangre - suelta serio, me río ante sus ocurrencias.
- Pero no eres soldado y no tienes espada - le reto y le doy un golpecito en su pecho.
Miro como él ríe y siento que yo moriría si al él le pasara algo, o peor, buscaría vengarme de la peor manera.
-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/
si no vas a volver - aitana
ESTÁS LEYENDO
La esposa de un Volkov
Teen FictionSamantha vive en uno de los peores suburbios, es huérfana, y cuando pudo escapar del orfanato para vivir sola aparecen hombres con máscaras y capuchas que la meten en un auto y le inyectan algo que la adormece en segundos.