Capítulo 41

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Erkan temblaba de fiebre en su pequeña camita, su hermano lo miraba en modo zombie sentado desde su cama con sus piernitas colgando. 

- Drako - lo llamo y él abre sus ojitos mirándome - ¿también te sientes mal? - pregunto y él asiente.

Resulta que en la consulta con el pediatra tuvimos que colocar unas vacunas a los niños que no sabíamos si tenían o no. Como todas las vacunas, de efectos secundarios tienen fiebre, dolor de cabeza e hinchazón en donde fue colocada la vacuna. 

Acuesto por novena vez a Drako, quien solo quiere estar sentado mirando a su hermano. 

Preparo una bañera con agua caliente, tal como me indicó el doctor y caliento todo para que ellos puedan estar lo más calentitos y se baje rápidamente la fiebre. 

- Vamos al baño niños - los tomo de la mano y los llevo. Ambos se meten y yo lavo sus cabecitas pero también los acaricio. En el momento que los estoy secando entra Nikolai a preguntar si necesito ayuda - trae el jarabe para la fiebre - le ordeno y él sin decir nada sale corriendo. 

Termino de vestir a los niños y los abrigo con sus pijamitas de invierno, para que no tengan frío. Los acompaño a sus camitas, los arropo bien a ambos y llega Nikolai con su jarabe. Otra vez Drako se levanta para ver a su hermano, entonces se me ocurre una idea brillante. 

- Ayúdame - le ordeno a Niko. Saca la mesa de luz que hay en medio de las camas. - Ahora trae esa cama más cerca a esta - le ordeno.

- Sostente Drako - le dice divertido, el niño sonríe y levanta sus piernitas. Las camas por fin se unen y Drako al fin se acuesta tomando la manito de su hermanito. 

Esa imagen me rompe el corazón. Me repito las suficientes veces que es necesario para su salud, que en unos días ellos estarán mejor. 

Coloco el aparato para escuchar a Alba en la mesa de luz a los pies de los niños. 

- Cualquier cosa, nos llaman por aquí y vendremos muy rápido - les explico y ambos miran el aparato y asienten - prometo que mañana se van a sentir mucho mejor - les beso la frente a ambos y puedo notar un poco más baja sus temperaturas. 

Nikolai repite la acción y salimos de la habitación, pero dejando una luz de estrellas que no los deje a oscuras. Miro a Nikolai y lo abrazo partiendo en un llanto que se podría decir desgarrador. 

- Sh - intenta calmarme sobándome la espalda - van a estar mejor mañana - asiento y limpio mis lágrimas.

- Lo siento, es que me rompe el corazón verlos sin su chispa de felicidad o escuchar sus risitas - vuelvo a limpiar mi cara y me encamino a la habitación de Alba. La niña ni siquiera se percató de nada, a ella el pediatra la dejo fueras de vacunas hasta su primer año. 

Una vez que corrobore su respiración tranquila y que esté en completa comodidad, me encamino a la cama que comparto con Nikolai, mi marido. El cual se encuentra ahí con su computadora en sus piernas tecleando cosas muy rápido. Me encamino a ponerme mi pijama de dos piezas, algo que sea cómodo para salir corriendo por si los niños me necesita. Veo que el otro aparato esté prendido, y veo como ambos duermen con sus manitos tomadas aún. 

- Ya Sam - me hablo Nikolai y me toma de la mano -  ven a dormir un poco, estoy seguro de que ellos estarán bien mañana - asiento y me acuesto a su lado. Él deja todo lo que tenía de trabajo en el piso y se gira para abrazarme. Pasa su mano por toda mi ropa y hace una mueca de desacuerdo - llevas mucha ropa hoy, no me gusta.

- Es en caso de que los niños me necesiten - le explico. 

- Eres un ángel Sam - besa mi frente y pasa por encima de mi para apagar las luces de mi mesa de luz.

- Ey! Yo pude hacer eso - le digo entre risas.

- Lo sé, pero fue divertido hacerlo yo - vuelve a besar mi frente, luego mi mejilla, luego la otra y por último mis labios. 

Sonrío por las sensaciones que me encantan tener cuando Nikolai me toca o me besa, todavía siento el cosquilleo como en el primer beso, o las mariposas como el la primera vez.

- Te amo - le digo muy bajito, esperando que no escuche.

- Y yo a ti mi pequeña Sam - me dice en el mismo tono.

Mentiría si la noche pasó tranquila. Los niños se despertaron cuatro veces, algunas fuimos Nikolai y yo juntos, otras nos dividimos entre Alba y los niños.

- Tengo mucho calor y estoy todo mojado - decía Drako mientras lloraba.

- Yo tengo sed - me decía Erkan.

- Prepararé el baño - le digo a Niko.

- Le diré a Olga que nos ayude a cambiar las sábanas y traeré agua para los dos - asiento mientras dejo que la bañera se llene.

Olga fue contratada a fuerza mayor para que deje todo limpio y me ayude con los niños y el resto de las tareas del hogar. 

- Al agua patitos - les digo a ambos niños que están completamente sudados. Ellos saltan riendo de la cama y corren al baño, yo solo río. Una vez dentro de la bañera, entra Nikolai con Alba y dos botellas con agua - hola - le sonrío a la niña y la tomo en mis brazos, ella se ve de mal humor. Y la verdad que en su lugar yo también lo estaría, me despiertan gritos a las 2am y no me dejan volver a dormir. 

- Aquí tenemos agua - le dice Niko y le da una botella a cada uno. 

Me llevo a Alba a su habitación y de pasada veo como Olga cambia las sábanas.

- Lo siento Olga - le digo llegando a su lado.

- No se preocupe señora, los niños no eligen cuando enfermarse - me da una sonrisa compasiva y yo asiento saliendo de la habitación.

- Okey Alba - le hablo y ella abre grande sus ojos - a dormir - le indico y la tomo como bebé meciéndola hasta hacerla dormir. 

Una vez logro dormirla, llega Nikolai. 

- Los niños ya se volvieron a dormir - asiento y dejo a la pequeña en su cuna y nos vamos a nuestra cama. 

Recién esa fue la primer levantada para atenderlos. El resto de la noche fuimos y vinimos. 

¿Dormir? No sabíamos el significado de eso por esta noche. 

¿Llantos? Todavía los escuchábamos todos al otro día en el desayuno. 

Por suerte se les olvidaron todos sus malestares cuando fuimos al parque y vieron la cantidad de juegos que había. Ya no les dolía el brazo, ni la cabeza, ni tenían frío y mucho menos calor. Lo bueno es que esa noche los cinco dormimos plácidamente como ángeles. Los seis, en realidad, Olga también pudo dormir con tranquilidad. 


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Orion's Belt - Sabrina Claudio


La esposa de un VolkovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora