Despierto con unas ganas enormes de ir al baño para orinar. Pero al abrir los ojos me encuentro que en vez de estar la cama de mi compañera encima de la mía, hay una habitación lujosa y amplia.
En ese momento llegan a mi las tres últimas semanas y con ellas la sensación de un brazo teniéndome cual koala a su rama de bambú.
Miro sobre mi hombro y veo su cara, tan tranquilo y tan tierno al mismo tiempo, me remuevo como una serpiente y logro salir de su garras.
El reloj en la mesa de luz indica que son 09.13 am, tomo ropa para un día normal y camino al baño para al fin descargar mi vejiga y lavar mi cara de zombie. Cuando salgo al cuarto ya vestida y aseada, miro como Nikolai duerme con el ceño fruncido, creo que es algo tierno.
Tomo el pomo de la puerta para intentar salir pero una gran mano al rededor de mi brazo me lo impide.
- ¿A dónde crees que vas? - habla un muy dormido pero a la vez enojado Nikolai.
- Abajo - respondo simple.
- No intentes ninguna estupidez, en un momento bajo - me advierte, dejándome libre.
Asiento y salgo de la gran habitación e intento recordar donde esta la escalera que lleva al primer piso.
Últimamente he estado perdida, no sé cuales son mis sentimientos ni que es lo que pasa. No sé si esto está mal o si debería olvidar eso de salir corriendo y no mirar atrás. Cuando intento saber que es lo que siento, algo siempre se interpone; hasta hace un tiempo mis sentimientos eran sobre miedo y dolor, pero no sé a quien temerle o si puedo confiar.
Una muchacha de la casa me guía hasta el comedor donde hay un gran desayuno, yo le agradezco y ella se va, dejándome sola en un lugar gigante con mas de 10 sillas vacías y con la incertidumbre si siempre voy a sentir ese vacío de ver tanta soledad.
- Despertaste temprano - me saca de mis pensamientos un adormilado Nikolai en pijamas, olvidando lo de hace unos minutos. Se acerca hasta la silla cabecera y una muchacha distinta a la anterior le sirve café.
- Buenos días - murmuro probando mi café que ya está un poco menos caliente.
- Hubiesen sido mejores si no intentaras escapar en cada momento - dice como un reproche y mi pecho se infla, no imagine que le sacar el sueño a alguien como él.
- Eso jamás, mi futuro esposo - le sonrío de forma irónica.
- No te preocupes, habrá mañanas que yo no estaré o noches en las que te irás a dormir sin mí, pero siempre habrán personas vigilándote para que no intentes nada estúpido - explica y luego muerde su tostada, yo sólo asiento y me hundo en mis pensamientos.
Mañana es la boda. Recordar eso me hizo sentir un escalofrío recorriendo mi espina dorsal, una vez leí en un libro que hurté de la biblioteca que a ciertas personas les gusta más el proceso que el producto. Creo que me gusta el proceso de planear una boda más que una boda. Claramente nunca imaginé el hecho de tener un insoportable hombre oliendo mi culo en cada momento.
No tengo mucho con que comparar, pero los pocos días que estuve con Gregori y Mila me sirvieron para saber que el amor es algo maravilloso y no un mito como yo creía. Obviamente no es el caso de Nikolai y yo.
También leí un libro que hablaba de enamorarse y creo que no me gusta esa idea, ya que hablaba de como el amor te vuelve idiota y yo no quiero ser idiota, ¿será que Nikolai me quiere enamorar para volverme idiota?
- ¿Tienes teléfono? - me saca de mis pensamientos, niego con mi cabeza y termino lo último de mi taza - iremos por uno - asiento aunque creo que es innecesario.
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La esposa de un Volkov
Novela JuvenilSamantha vive en uno de los peores suburbios, es huérfana, y cuando pudo escapar del orfanato para vivir sola aparecen hombres con máscaras y capuchas que la meten en un auto y le inyectan algo que la adormece en segundos.