Capítulo 44

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El fin de semana prometía un clima encantador para ir a alguna playa con los niños. Y cuando se lo propuse a Nikolai, él amó la idea ya que necesitaba despejarse del trabajo y los problemas que le trae. 

El sábado nos levantamos muy temprano a prepararlo todo. Tres mochilas con todo lo que podría cubrir, desde ropa y pañales hasta picaduras y antialérgicos, todo lo que una madre prevenida debe tener. También para mi y Nikolai, porque mejor prevenir que lamentar. 

Levantamos a los niños y desayunamos los cinco entre cuentos de sueños de dinosaurios y balbuceos de la pequeña Alba donde se entendían palabras como "mamá" "papá" "dago" "eran" "meme" "upa" "eso" y muchos murmullos intentando decir algo que nadie entendió pero que nos hizo reír mucho.

De camino a la playa escuchamos canciones infantiles, miramos por las ventanas y seguimos hablando de temas de importancia para los niños, como la cantidad de dulces que uno puede comer. Una vez en la playa, veo que ya hay unas camionetas que muy bien conozco, miro a Nikolai super emocionada y él asiente hacia mi. 

- ¿Son Mila y Alina? - pregunto.

- Y sus hijos - me contesta mi marido, aplaudo mucho y ni bien para el auto salgo corriendo en cuanto veo a una Alina sin su gran abdomen. 

- Ali - chillo de la emoción y la abrazo fuertemente. Detrás veo a un muy delgada Mila y corro hasta ella haciendo lo mismo. 

- Dios, parece un chiguagua - se queja un Anton con un pequeño ser en sus brazo vestido de rosa.

- Y veo que tu ahora eres padre - río y me acerco a saludarlo. La pequeña es igual a Alina - y ni siquiera salió igual a ti, pobrecito - le hago una mueca. 

- Amor ¿me ayudas? - escucho a Nikolai pedir socorro con los tres terremotos. Corro hasta ellos y veo que intenta a sacar a Alba que se agarra fuertemente de su silla, mientras sus dos hermanos miran de atrás riendo. 

- No se hace así - le reto y tomo a Alba como una bebé - es una bebé, no un paquete - Alba larga una risa y yo le sigo.

- Quiero los juguetes - grita Drako.

- Yo también - le sigue Erkan.

- Buena suerte - le digo y me voy con la niña que ya tenía a su peluche en sus manos y con eso bastaba, ya que ahora su entretenimiento es hablar e interactuar con los demás.

- ¿Y eso? - me pregunta Mila. 

- Les presento a la pequeña Alba - les hablo a todos, viendo como George llega al grupo con un coche doble. Alba les sonríe y hace un gritito de euforia llevándose la atención de todos.

- Es hermosa - dice Alina intentando tomarla, pero ella me agarra fuertemente.

- Y muy pegada a mi, también - le digo - ¿No quieres ir con ella pequeña? - Alba niega y esconde su carita en mi cuello - parece que no - digo señalando lo obvio. Alina ríe e intenta jugar con ella detrás de mi, mientras yo me acerco a George intentando ver a los gemelos que duermen como ángeles. - Bueno, al menos alguien si sabe como hacer copias exactas - me burlo de Anton. 

- Ahora si ven - habla Alina y Alba intenta tirarse a ella, así que se la doy - hola bebé - hablan entre ellas. 

Veo a mis niños llegando con Nikolai y todos sus juguetes.

- ¿Más niños? - pregunta Mila y George al mismo tiempo.

- Creo que alguien no perdió el tiempo - me reta Anton, yo ruedo los ojos. 

- Al menos mis niños no duermen como morsas - me defiendo.

- Tiene un mes - me retruca, me acerco a la niña y ríe dormida. 

- ¿Puedo cargarla? - le pido y él asiente sin problema. 

Es calentita, mucho más liviana que Alba y super tranquila. Me pregunto como sería si algún tenemos una niña con Nikolai. ¿Así de tranquila? ¿O igual que Alba de hiperactiva? 

El resto de nuestro día pasa así, entre charlas, recuerdos, niños llorando, niños durmiendo, niños jugando, mamás estresadas, hombres asando carnes. Todo indicando una juntada familiar normal, todos con nuestras respectivas cosas por hacer en la semana pero disfrutando de estar tranquilos. 

Al llegar a casa con todos los niños dormidos me sentí completa. A pesar de que ellos no sean nuestros de sangre, son nuestros de corazón y pronto legalmente. 

Tocar la cama fue como un sueño, totalmente agotada pero de felicidad. Nikolai llega a mi lado y me abraza por la espalada pasando su gran mano por mi abdomen.

- ¿Nos bañamos juntos? - pregunta tímido. 

- De acuerdo - acepto sin peros ni contras.

- Eso fue fácil - dice y rápidamente se levanta y me toma en su brazos para llevarme al baño. Yo solo río y me dejo. 

- ¿Me sacas la ropa? - pregunto tímida.

- Siempre es un placer para mí - rio y lo veo arrodillarse para quitarme los leggins, una vez afuera leggins se toma el trabajo de morder mis bragas y eso me da cosquillas. - no te muevas - me reta.

- Es que me da cosquillas - le digo.

- Ya - dice y saca mis bragas con sumo cuidado, luego se para y comienza a levantar mi remera llevándose consigo el brasier deportivo quedando como Dios me trajo al mundo, como a él le gusta. 

Repetí la acción con él, comenzar con los pantalones, su ropa interior, enfrentarme a su amigo completamente despierto e ignorarlo por completo para quitar su remera y por fin meternos en la ducha. 

A pesar de sus repetidas insistencias, me negué a tener sexo con él. Me hubiese muerto si gastaba un poco más de energía ese día. 

Pero como compensación el domingo lo desperté con besos por todo su cuerpo. Aprovechando que los niños dormían y practicamos hacerles un hermano de mentiras. 

El hecho de que Nikolai me haya dejado sola con tres niños a cargo, me despertó un sentimiento que creí que había enterrado. El resentimiento y odio hacia él. El hacerlo culpable de todo lo que me está pasando. Entendí la locura de su ex, no la justifico, pero entiendo su odio y su rencor, este hombre es realmente exasperante. 

Él de verdad cree que con solo volver y pedir perdón va a arreglar las cosas, pero eso no es así. Aunque me sienta completamente segura a su lado, no puedo evitar pensar que a mi primera oportunidad de escapar con los niños lo debo tomar.

Si él decide ponerse en peligro, es su decisión. Pero yo y mis niños luchamos muchos para estar aquí sanos y salvos, como para que Nikolai con una sola decisión nos arrebate la vida y las ganas de vivirla. 

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atlantis - seafret


La esposa de un VolkovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora