Las manos me tiemblan, el sobre en mi mano se siente demasiado pesado a pesar de ser solo una hoja con apenas dos géneros. Ya tenemos el género de los bebés de Mila y Gregori, no puedo con la ansiedad.
Me siento sobre la silla de la oficina de Nikolai que está en nuestra casa. Estar aquí me recuerda todo lo que descubrí, supongo que con tantas cosas de la universidad ya me había olvidado. Sirio está jugando con su juguete a mis pies, lo que me hace sentir menos sola.
En tres días es el Baby Shower de Mila, ya tengo todo organizado y solo me faltaban saber los géneros para poder ponerlo en la torta. Decidí ver los géneros de los bebés sola, y que Nikolai tenga la sorpresa igual que todos, fue una gran batalla y tuve que sacrificar muchos días de no sexo, pero al fin estoy solo yo y el sobre.
Vuelvo a tomar el sobre y lo abro, habla sobre confidencialidad y otras cosas que estoy segura sólo lo tiene la familia Volkov. Dos niños, son dos varones y están las fotos de las ecografías donde se ven perfectamente sus genitales.
- Okey - hablo para mi misma. Tomo el móvil y llamo a las chicas que hacen los pasteles de revelación.
Mientras hablo con ellas, escucho la puerta principal abrirse. Sirio se pone en modo defensa, pero no le tomo importancia, debe ser Nikolai que llega de la oficina. Sigo ultimando detalles y cuando acabo la llamada corro hasta abajo con la ilusión de ver a mi marido, en cambio veo la puerta abierta y cuando me acerco para cerrarla siento un golpe en la cabeza que me desmaya por completo.
No. Otra. Vez.
Olor a humedad y naftalina. Es lo primero que siento antes de abrir mis ojos. Podría decir que estoy sentada en algún tipo de silla con las manos atadas detrás de mi y las piernas inmovilizadas. Una venda cubre mis ojos.
El terror me comienza a llenar cada espacio del cuerpo, la bilis me sube a la garganta y tengo ganas de vomitar del miedo. No quiero ser vendida de nuevo, quiero estar con Nikolai, en sus brazos.
De repente siento como alguien o algo se mueve a mi al rededor y la ansiedad empieza a jugar su papel, más me limito a estar callada pero no a reprimir mis lágrimas.
- Parece despierta - habla una voz masculina, pero no tan gruesa.
- ¿Eres idiota o a veces lo practicas? - un silencio hace lugar y de pronto una puerta se abre.
- ¿Ya despertó? - pregunta una voz más gruesa que las dos anteriores, más nadie le contesta y supongo que asintieron o algo parecido. La verdad es que me comienzan a temblar las manos y las rodillas del frío y del miedo, lo que me dificulta prestar atención al resto del lugar.
Una mano áspera me quita la venda y por fin puedo ver a los tres hombres frente a mi. Los tres altos y parecen bien musculados, casi como roperos de grandes.
- ¿Do-dónde est-toy? - pregunto de forma dificultada. Ellos se ríen y uno se inclina hacía mi.
- En tu peor pesadilla, cariño - la palabra cariño me devuelve a todas las veces en las que Nikolai me llamó así y siento asco de que alguien, que no sea él, me llame así. Mi instinto es escupirle la cara. Él se levanta, y los otros dos hacen muecas como que cometí un error. Posteriormente se da vuelta, pero vuelve a mi y me abofetea muy fuerte.
Cuando los tres se retiran de la sucia habitación me permito ponerme a llorar. ¿Acaso mi marido sabe que ya no estoy en la casa? ¿Qué pasó con Sirio? Supongo que llorar no soluciona nada, así que me dedico a esperar que va a pasar. Pasan lo que creo son dos horas y uno de los hombres anteriores entra de nuevo. No quito mi vista de encima de él.
- ¿Dónde estoy? - pregunto más firme, él solo me mira y no emite ni un solo sonido - ¿Quienes son? - de nuevo nada, ni siquiera una expresión - ¿Qué quieren? ¿Es dinero? Tengo mucho y si me dejan ir se los puedo dar - intento negociar, él al fin suelta una expresión. Una risa, demasiado y quisquillosa para mi gusto.
- Que niña inocente - de nuevo esa maldita expresión que me recuerda a cuando llegué al lugar donde me vendieron. Me quedo en silencio y él también, pasan horas, de nuevo, hasta que vuelve a entrar el señor al que le escupí la cara.
- Niña, te pondré a dormir - habla mientras se coloca detrás mío y coloca un trapo con un olor muy fuerte, intento moverme y mover mi cara para todos lados pero finalmente logra dormirme.
Despierto aturdida y en otra posición, esta vez tengo los brazos colgando sobre mi y estoy de pie frente a una gran luz que parece ser de un auto o eso creo. Estoy sola, de nuevo. No siento la irrigación de sangre llegar a mis dedos y me duelen las costillas. Comienzo a ver alguna manera de salir de aquí, pero las cadenas oxidadas no me dan muchas esperanzas.
Una puerta se escucha abrirse y por ahí entran tres figuras, lo que puedo ver debido a la luz en frente a mi. Una silueta es lo último que veo. El hombre que me durmió se pone enfrente mio y me tira un balde de agua fría, eso me hace chillar como niña pequeña.
- ¿Qué haces? - grito.
Otro señor viene detrás de él y vuelve a tirarme agua congelada.
- Ya basta - ordeno, pero la risa de una mujer me distrae del frío me cuerpo experimenta.
La veo acercarse a la luz y juro que debo estar delirando, su sonrisa cínica me hace dudar de todo lo que alguna vez fui y viví. Su cabello igual al mio, su figura completamente idéntica a la mía. Es como estar viéndome en un espejo de cuerpo completo. Otro balde de agua congelada me distrae.
- Aquí yo decido cuando paran mis hombres - su voz es tan melosa y gruesa - te lo advertí mi querida Sam, te advertí que te alejes de mi hombre pero no me hiciste caso. Mira a donde llegamos, a tener que hacerte daño.
Trago y siento mi garganta completamente seca, no puedo creer nada de lo que pasa.
- ¿Quién eres? - pregunto asustada, sabiendo quien es.
- Soy Laika, o tu peor pesadilla - sentencia.
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Canción: Nothing's Gonna Hurt You Baby - Cigarettes After Sex
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La esposa de un Volkov
Novela JuvenilSamantha vive en uno de los peores suburbios, es huérfana, y cuando pudo escapar del orfanato para vivir sola aparecen hombres con máscaras y capuchas que la meten en un auto y le inyectan algo que la adormece en segundos.