Capítulo 27

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La semana pasó muy lento, pero al menos ya es jueves y me pone muy feliz porque los viernes no tengo horas en la Universidad. Es como si mi fin de semana fuese siempre extendido. 

Llegar a la gran mansión fue un alivio, aunque tenga que volver a salir en casi dos horas, pero nada se compara a una ducha reparadora en medio de un día caótico.

La casa se sumía en un silencio sepulcral y por un momento pensé en lo maravilloso que sería poder tener un perro que me salude, pero descarto esa idea ya que estaría todo el día solo y no me gustaría. 

Subo las escaleras encaminándome a la habitación, ni bien llego a esta me dirijo al baño a poner música en el altavoz que se encuentra allí. El silencio puede ser un grandioso amigo, pero hoy prefiero tenerlo lejos. 

Una larga ducha relajante fue mi siguiente paso, luego elegí un outfit discreto y para nada provocativo. Sé que sólo iremos a una biblioteca a trabajar en cosas de la universidad, pero aún me ponen nerviosa los hombres. 

Una vez lista tomo mi teléfono y me tomo una foto en el espejo para mandársela a mi marido. Que por cierto, fue la misión más imposible convencerlo de que podía cuidarme sola, al menos por las tres o cuatro horas que estaría fuera. Y eso no fue suficiente, debo mandarle la ubicación y aparte hará esperar al pobre chófer en la puerta de la biblioteca.   

Me encamino a la cocina para preparar algo de comer mientras se hace la hora de irme. Cuando al fin pude probar mi pasta con salsa, una llamada llega a mi teléfono haciendo sonar la canción hotline blink cantada por Billie Eilish. 

- Hola cariño - contesto en modo tierno, de fondo se escucha solo su respiración y algunas voces masculinas que no distingo lo que dicen. 

- ¿Cómo estas? - pregunto en un tono rudo pero intentando ser dulce.

- Muy bien, acabo de hacer un poco de pasta con salsa roja ¿Y tú?

- En una reunión de lo más aburrida que está a punto de terminar - comenta y yo suelto una risita. 

- ¿Me extrañas? - no sé de donde salió esa pregunta, pero creí que debía hacerla en forma de broma.

- Como no te imaginas - suelta un largo suspiro y lo imagino con la mano en su frente - solo quiero estar en la cama, contigo durmiendo por horas y horas - suelto una risita y veo en el reloj de pared que se me hace tarde para irme. 

- Quizás esta noche puedas llegar antes y me encuentres despierta - hablo mientras guardo todo en el refrigerador para después, él suelta un gruñido a través del teléfono - ¿eso es un no? - intento averiguar pero él solo suelta otro largo suspiro y contesta.

- Te avisaré luego - hago un puchero aunque sé que él no me ve - ahora ve con tus compañeros, y espero que ninguno se pase de listo o se las verá conmigo - sonrío y tomo mi bolso de la entrada.

- A sus ordenes mi capitán - digo en forma de burla, lo que logra hacerme oír una risa de su parte. 

- Te amo, adiós.

Y colgó, ahí estaba de nuevo, esa palabra que describe un sentimiento que quiero negar de mi parte pero que aunque no crea existente está ahí, de ambas partes. 

De camino a la biblioteca intento calmar el sabor amargo que me dejó esa conversación, y me centro en lo que debería, que es, los estudios. 

Mis cuatro compañeros ya se encontraban en el lugar, con unos cuantos libros de material para usar y todas las consignas en mano. Supongo que el trabajo en equipo es muy rápido. 

- Lamento la tardanza - me disculpo y tomo asiento sacando mi libreta en donde voy a anotar cosas importantes.

- En realidad no sabemos por donde empezar, así que te estábamos esperando - contesto Chad.

Comencé dando ideas muy breves, pero parecieron encantarles así que quedé a cargo del grupo dando órdenes de todo. Los chicos son muy respetuosos, tienen muy buenos modales y ninguno se me insinuó de alguna manera que se mal interprete. Supongo que el diamante de mi dedo se da a entender que no deberían intentar nada conmigo, o quizás el hecho de que hace menos de un mes tuve la boda más escandalosa de la familia Volkov. Mis dudas fueron un poco aclaradas cuando Luke habló sobre el tema cuando ya finalizábamos lo último del proyecto. 

- ¿Puedo preguntarte algo? - yo asentí con una sonrisa - ¿Estás casada con un Volkov, verdad? - me tomó como sorpresa, pero la curiosidad les iba a ganar. 

- Si, así es. Pero él está de acuerdo con que esté aquí, - aclaro - no les va a hacer nada.

Algo en sus caras fue de alivio en algún punto, y eso me aterroriza. Nunca asocio el poder que quizás puede tener mi marido para algunas personas. 

- ¿Por qué? - pregunto.

- Solo queríamos confirmar si tu esposo es Nikolai Volkov - contesta Henry luego de un silencio incómodo. 

- Lo es, ¿por qué? ¿qué les haría él que tienen tanto miedo? - se miraron entre sí y tardaban mucho en contestar, pero finalmente lo hicieron o al menos lo intentaron.

- Ellos, - habló Henry - los Volkov, hacen... - se fue callando de a poco mirando un punto fijo.

- ¿Nosotros qué? - preguntó esa voz. Una voz que no estaba aquí, lo debo estar imaginando pensé. Pero al levantar la mirada estaba él, Nikolai esperando una respuesta.

- Nada - contesto yo, su mirada me fulmina horrible y siento mis sangre congelarse en milésimas de segundos - digo que hablábamos de sus empresas y lo que hacen en ellas, como arquitectura y demás secciones - mi marido asiente lento.

- ¿Terminaron? - pregunta señalando los apuntes en la mesa.

- Solo nos quedan algunas líneas y ya está listo - contesto animada, escondido en sus ojos veo el orgullo por mi.

- De acuerdo - asiente lento - te espero afuera - avisa y se va, como si no necesitara ninguna respuesta. 

Terminamos todo en un silencio incómodo y diciendo sólo lo necesario. Amablemente me despido de mis compañeros y cuando tengo todo Luke habla.

- Lamentamos mucho si te causamos problemas con el señor Volkov, no era nuestra intención - yo sonrío, lo que menos hicieron fue causar problemas. 

- Tranquilos todo está bien - intento hacerles cambiar la cara - no vemos el Lunes, que tengan un grandioso fin de semana.

Ellos me despiden de la misma manera y yo corro a los brazos de mi marido, donde sin querer o buscarlo me siento segura y protegida, quizás yo también lo amo y sería hora de decirle.

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dos horas - jj abel & daniel rondon & kuinvi 


La esposa de un VolkovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora