Mahriham tuvo que soportar muchas preguntas y regaños de su padre luego de que oyera la conversación entre ella y Naikari. Su padre, que casi nunca le dirigía la palabra, de repente se convirtió en un hombre muy fastidioso que no dejaba de decir estupideces. Mahriham no estaba de humor para soportar sus locuras ni sus irracionales celos. Ahora que su padre sabía lo del beso entre Mehmet y Agrim, era demasiado irritante tener que contestar todas sus inquietudes y retenerlo para que no fuera a matar a Agrim. Dioses, sus padres eran unos grandísimos idiotas a veces.
Mahriham no tenía tiempo ni ganas de aliviar las preocupaciones estúpidas de su padre. Cuando Mahriham era tres años más joven, ya había empezado a tener relaciones con otras personas y su padre jamás le dió importancia. Pero Mehmet besaba a alguien a sus veinte años y su padre actuaba como si fuera un escándalo de lo peor. Para Mahriham era tan estúpido que, tras unos días siendo interrogada a diario, decidió que ya era hora de hablar seriamente con su padre.
Aunque trató, Mahriham fue incapaz de convencer a su padre de que Mehmet ya era un adulto consciente de sus acciones. Él nunca dejaría de ver al príncipe como su pequeño e indefenso Mehmet, el que no podía hacer nada si no estaba acompañado.
Después de tanto, Mahriham se dió por vencida. Su madre podría intentar meterle algo de razón a ese obstinado hombre con el que se había casarse si así quería, pero ella ya no iba a inmiscuirse en las opiniones de su padre. Mahriham tenía poca paciencia al igual que su padre. Tal vez por eso era tan complicado entre ellos llevarse bien. Dos personas bruscas y egoístas no podían entenderse mientras cada uno estaba enfocado en sus propios deseos. Padre e hija eran completamente iguales a pesar de que no lo decían ni mucho menos lo creían. Cada uno se creía superior al otro.
Aparte de aquel desastre entre ellos dos, Mahriham tenía muchas cosas que hacer. Con su padre molesto por lo de Mehmet y su madre aún triste por la ausencia de su hijo, Mahriham tenía que hacerse cargo del palacio con si fuera la heredera. Se le daba excelente esa tarea porque era bastante inteligente como para entender el funcionamiento entero del Reino sin ayuda ajena. Además no tenía más cosas que hacer. Por el momento.
Mahriham era fría con todos, lo que la hacía casi inalcanzable para las personas del Reino Desertico. Ella, contrario a Mehmet, era incapaz de alegrarse si no había una verdadera razón para hacerlo. Por eso mantenía la expresión indiferente y miraba hacia adelante con los labios apretados, dándole poco importancia a todo. Mahriham ya tenía alrededor de cinco semanas trabajando como la heredera, y estaba empezando a gustarle atender todos los asuntos del Reino. Claro, era algo temporal ya que nunca sería la heredera. En el desierto, una mujer debía ser excepcional (y la única opción) para heredar el trono. Y con su hermano, Mahriham jamás sería Reina.
Sin embargo no se amargaba por ello. Su hermano era quien debía gobernar, no ella. Lo había aceptado muchos años atrás. Y no le dolía.
Terminó sus tareas del día y se puso de pie, juntando sus manos de una manera elegante antes de abandonar el estudio de su padre. Caminó por los pasillos del palacio con una postura elevada, barbilla alta y la mirada colocada de tal modo que siempre parecía estar viendo hacia abajo a los demás. Mahriham sí tenía el orgullo desertico de una princesa; se sentía mejor y más inteligente que todos. En su caso particular, ésto era cierto. Pero no le quitaba el hecho de que era algo bastante común en las princesas del desierto. La diferencia es que ella no era mimada y no tenía miedo de ensuciarse las manos si era necesario.
Una fugaz sonrisa invadió sus labios, pero la hizo desaparecer tan pronto entró en uno de los pasajes secretos del palacio. Había tantos que la mayoría desconocía, por lo que Mahriham se aprovechaba de ésto para encargarse de sus asuntos más privados… de los que su madre no podía enterarse o le daría una de sus "crisis nerviosas".
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El Príncipe Que No Es Un Doncel. (Tercera parte de la saga Donceles)
बेतरतीबEl líder de tribu Agrim siempre ha amado a una persona. Alev, quien era conocido como la esposa del Rey desértico. Desde que puede amar, su amor ha ido dirigido únicamente a ese pequeño Doncel, que jamás podría tener. Aunque lo ha intentado muchas v...