Mehmet se estaba desenvolviendo bastante rápido en cuanto al sexo. No tenía vergüenza ni pudor con respecto a las cosas sucias que hacía con Agrim en las noches. Ni siquiera se sonrojaba al pedirle al líder que tuvieran sexo en casi todos los lugares donde era posible hacerlo. Ya no tenía límites, llegando incluso a manosear a Agrim durante una reunión de los guerreros. Era un desértico en todo el sentido de la palabra: insaciable, desvergonzado y algo malcriado con el sexo.
Mehmet tenía sexo casi todos los días, sin importarle si había un testigo o no. Poca era su vergüenza, por lo que ahora mantenía relaciones en cualquier momento del día, dejando abierta la posiblidad de que alguien los encontrara en medio del acto. Tener sexo en el bosque era tan común que más de un guerrero los había encontrando teniendo sexo contra un árbol o sobre las hojas del suelo. Ellos ni se inmutaban, pero a Agrim le parecía muy fastidioso que alguien además de él tuviera la dicha de observar el hermoso cuerpo de Mehmet en pleno éxtasis, cuando dejaba de lado todos sus pensamientos racionales para dar lugar al más puro placer.
Agrim tampoco era muy bueno negándose o deteniendo los avances de Mehmet. Siendo justos, Mehmet era demasiado insistente, demasiado tentador para rechazarlo cuando se acercaba y se frotaba contra su pecho con esa mirada que decía "hazme tuyo, Agrim". El hombre ya maduro se sentía como un adolescente hormonal, incapaz de mantener sus manos quietas cuando estaba en la proximidad de Mehmet. Era difícil incluso quitar la mirada de él, mucho más hacerlo cuando el pequeño príncipe parecía encontrar todo tipo de excusas con tal de acercarse a Agrim. Diosa, era terrible.
Mehmet seguía sin tener un filtro al momento de hablar, por lo que terminó compartiendo detalles muy íntimos de su relación con Agrim cuándo se sentó a hablar con Dejhani y Maryize. Les dijo todo, desde cuántas veces lo hacían por día y todas las posiciones. Mehmet no entendía muy bien lo que era la privacidad. Y pensar que era el mismo que se había sentido avergonzado cuando los guerreros se burlaron de Agrim por lo que hizo. No parecía ser la misma persona en ocasiones.
Lo único que mantenía a Mehmet lejos de Agrim era atender a Dejhani. Desde que supo lo de su embarazo, Mehmet se había convertido en una figura constante dentro de la tienda de su hermano y el menor. Siempre estaba atento a cada cosa que dijera Dejhani y más seguido de lo normal se ponía a hacerle preguntas al Doncel, incomodandolo por lo entrometido que estaba siendo. Mehmet quería ser parte del embarazo de Dejhani. Lo hacía porque era curioso y sentía que debía asegurar el bienestar de su familia. También lo hacía porque así podía apaciguar un poco esa nueva ansiedad que le carcomía desde que empezó a tener sexo.
Tener hijos.
Antes de establecer su relación con Agrim, no había pensando en tener hijos más que en algunas ocasiones sin relevancia. Según la ley sus hijos debían heredar el trono del Reino desértico, pero él no iba a tener ningún hijo a menos que estuviera con una mujer o doncel, lo que le hacía estremecer de disgusto. Como él y Agrim eran hombres, no podían tener hijos. Y aunque muchos creían que terminaría siendo un Doncel cuando se deshiciera de la maldición, él sabía que no era así. Después de su última consulta con la amiga mágica de Agrim, esperó un cambio milagroso en su anatomía que nunca sucedió. Entonces él supo que nada había cambiado en su interior. No tenía útero ni óvulos. No podría estar embarazado.
Si acaso, su cuerpo se estaba volviendo más masculino. Su cintura se redujo y sus caderas eran anchas, pero ahora tenía más masa muscular de la que antes tuvo. Solo era un hombre con rasgos femeninos. No era un doncel ni jamás lo sería. Toda esperanza que tenía de darle hijos a Agrim se había esfumado.
Tal vez esa era la razón por la que siempre estaba al pendiente de Dejhani y su embarazo. Quería estar con él, ver un embarazo e imaginar que era parte de lo que sucedía.
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El Príncipe Que No Es Un Doncel. (Tercera parte de la saga Donceles)
RandomEl líder de tribu Agrim siempre ha amado a una persona. Alev, quien era conocido como la esposa del Rey desértico. Desde que puede amar, su amor ha ido dirigido únicamente a ese pequeño Doncel, que jamás podría tener. Aunque lo ha intentado muchas v...