Capítulo 37.

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Mehmet estaba demasiado nervioso. Emocionado, sí, pero también nervioso.

Su madre estaba ayudándolo a vestirse, poniendo atención a cada parte de su cuerpo para darle el aspecto que debía tener en la noche de su boda. Mehmet había decidido entrar al matrimonio como cualquier esposa lo haría. No había nada sobre él que señalara su hombría, pues no quería ser visto como un hombre en aquel instante. Ahora él sería la esposa de Agrim y no podía ser confundido de ninguna manera. Mehmet hacía tiempo aceptó que su destino era estar con Agrim como una esposa, no como un príncipe. Era feliz así.

Mehmet estaba vestido como una novia desértica, con ropa atrevida hecha de la más fina tela desértica que se adhería a su cuerpo como una segunda piel. La ropa era de un tono oscuro que hacía una perfecta combinación con su tono de piel pálida. En su rostro había una pequeña cantidad de maquillaje, solo lo suficiente para realzar sus facciones delicadas sin llegar a ser exagerado. Sus labios brillaban gracias a un bálsamo. Cuando su madre terminó de arreglarlo, Naikari entró sosteniendo un cuenco lleno de pintura blanca que delicadamente fue esparcida sobre su espero y cuerpo en espirales y símbolos tradicionales. Mehmet sonrió mucho mientras le era aplicada la pintura tradición, lo que hizo a su madre y a Naikari regañarlo para que no se deformaran los dibujos.

Una vez terminaron de pintar su rostro, a Mehmet le trenzaron el cabello de manera que solo la mitad estaba suelto. En su cabello se colocaron pequeñas lágrimas de plata, sujetas fijamente. Como habían lavado su cuerpo minuciosamente antes, le aplicaron una fragancia floral que cubrió su cuerpo como una capa de aroma delicioso. La preparación de la novia era bastante minuciosa, por lo que había pasado gran parte de la tarde arreglándose para su boda. Cuando finalmente estuvo listo, todos en la tienda se quedaron asombrados por lo hermoso que lucía su príncipe.

Mehmet estaba preparado (o eso creía) para salir de la tienda e ir al lugar de la ceremonia cuando su madre le detuvo poniendo una mano sobre hombro. Mehmet se dió la vuelta para mirar a su madre, quién sonrió y le entregó un collar de esmeralda.

—Ten. Es un regalo que me dió tu padre cuando cumpliste diez años. Dijo que lo usarías en tu boda.

—¿Por qué te lo dió a tí?— preguntó Mehmet, confundido porque su padre solía hacer las cosas de la manera más directa y eso del anillo no lo parecía..

—Porque dijo que tú lo usarías antes de tiempo si te lo daba. Éste collar es para que nunca olvides tu hogar, el Reino Desertico. Sin importar qué pase o donde decidas estar, el desierto siempre será tu hogar y siempre estará abierto para tí.

Mehmet esbozó una sonrisa débil. Su padre era más inteligente de lo que parecía.

—Mamá, cuando me case…— empezó Mehmet, siendo interrumpido por la voz gentil de su madre.

—Sé que no piensas volver al palacio, mi niño— murmuró Alev. —Tu corazón debe seguir a quien ama. Ni siquiera tu madre puede cambiar eso.

—¿No estás molesto?

—No, pequeño. Ya eres un adulto, puedes hacer lo que quieras. Yo lo entiendo.

Mehmet sonrió, lágrimas inundando sus ojos. Sin poder evitarlo abrazó a su madre, ignorando deliberadamente las quejas debido a que su maquillaje se corrió un poco.

Sonriendo, Mehmet se limpió las lágrimas y observó a su madre con amor. Luego se enderezó, sacudiendo su vestido.

—Vamos a mi boda.

Al salir de la tienda vió una tribu que estaba celebrando. Había decoraciones en toda la tribu y muchas personas de pie afuera de sus tiendas, lanzando arroz al suelo tan pronto vieron a Mehmet. Era una tradición salvaje, así que Mehmet sonrió con calma.

El Príncipe Que No Es Un Doncel. (Tercera parte de la saga Donceles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora