Mehmet observó a Agrim detenidamente.
Observó sus ojos.
Observó sus manos.
Observó la incipiente barba que le hacía cosquillas cuando se besaban.
Y finalmente llegó a una conclusión.
Agrim estaba tratando de lucir elegante para esa noche.
—Yo creo que te ves bien— murmuró Mehmet desde la cama, observando al líder mirarse una vez más frente al espejo que había traído esa mismísima mañana. —Estás guapo. Me gusta. Quiero besarte. ¿Puedo lamer tu pe-?
—No sigas, Mehmet— advirtió el mayor, consciente de lo que el joven quería pedirle.
Con un puchero, Mehmet apoyó su cara sobre una mano y siguió mirando al líder Agrim. Era gracioso verlo así de nervioso, aunque también un poco preocupante.
…
No, solo era gracioso.
—¿Por qué está tan nervioso? Le irá bien.
—No estoy nervioso.
—Sí lo está.
—No lo estoy— respondió Agrim rápidamente. —Solo estoy preocupado.
Mehmet asintió en entendimiento.
—No creo que le vaya tan mal.
—Huh. No pareces conocer muy bien a tu padre— murmuró Agrim. —Él va a matarme. Tengo a sus dos hijos en mi tribu. Uno es mi pareja y el otro llegó aquí como un prisionero. Va a matarme.
Mehmet entendía un poco los nervios de Agrim. Era razonable.
Estaban esperando la visita del Rey, quién había decidió ir a la tribu cuando unos de los mensajeros le contó que Maryize estaba siendo retenido como prisionero. El mensajero salió varios días antes, por lo que no estaba al tanto de que ya lo habían absuelto de toda sospecha e incluso le dieron libertad absoluta en toda la tribu. ¿Cómo? Bueno, digamos que Mehmet ahora conocía un método para hacer que Agrim accediera a todo. Y era un método que le gustaba mucho, aunque Agrim parecía disfrutarlo mucho más.
Mehmet le concedió a su hermano toda esa libertad porque sentía que era necesario a modo de disculparse por olvidarse de hablar con Agrim antes. Ahora estaba libre, sin sospechas y hasta parecía dispuesto a ayudar en la investigación sobre la bruja que maldijo a Mehmet. Por ahora no había nada malo en él, pero no sabían si la bruja iba a quedarse tranquila por más tiempo. Según Agrim, las brujas hacían un enlace muy poderoso al maldecir a alguien. Considerando que llevaba veinte años maldiciendo a Mehmet, estaban unidos fuertemente. Tomaría tiempo (y algo de magia) romper ese enlace lo suficiente para que Mehmet viviera sin preocupaciones.
Todo iba bien.
A pesar del inicio horrible, la visita de Maryize se había vuelto agradable para todos. Excepto Dejhani, que por obvias razones estaba enojado con él.
Mehmet prefirió no intervenir en todo ese embrollo. Solo sabía que Dejhani ocultaba el hecho de ser un Doncel y Maryize, tan perspicaz y atento, le había restregado ésto en la cara con solo una reunión breve. No era algo en lo que debía involucrarse y decidió no hacerlo. Su hermano podía encargarse de ese desastre.
Volviendo a lo principal (Mehmet se distraía mucho) el Rey iba a visitarlos esa noche junto a un pequeño grupo de soldados. Les avisó con una carta, la cual recibieron a dos horas antes del atardecer. Ahora Agrim debía prepararse para la ira de ese presuntuoso idiota, comportarse de manera decente por el bien de su relación con Mehmet y explicarle al gigantesco imbécil del Rey que nada sucedía allí y que sus dos hijos estaban bien. Sin mencionar que también debía considerar la presencia del Rey'ne. De todos, Alev seguramente sería él más dócil, pero eso no borraba el hecho de que podría reaccionar mal cuándo supiera la relación del líder Agrim con Mehmet. Había que ser honestos; todos estaban esperando que correspondiera los sentimientos de Mehmet, pero ninguno pensó que eran lo haría. La familia entera se sorprendería.
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El Príncipe Que No Es Un Doncel. (Tercera parte de la saga Donceles)
RandomEl líder de tribu Agrim siempre ha amado a una persona. Alev, quien era conocido como la esposa del Rey desértico. Desde que puede amar, su amor ha ido dirigido únicamente a ese pequeño Doncel, que jamás podría tener. Aunque lo ha intentado muchas v...