El destino de Mahriham era un destino cruel que había sido decidido mucho antes de que ella naciera.
Nacer en el Reino Desertico siendo una mujer común era una gran bendición y a la vez tortura. Por un lado las mujeres eran libres de hacer lo que quisieran sin las restricciones que en otros lugares existían. Por el otro, al ser un pueblo guiado por el placer egoísta, las mujeres eran sexualizadas y vistas como las figuras familiares en cada hogar. Una mujer podía llegar a ser todo menos guerrera. Las mujeres que sí peleaban (las cuales eran pocas) debían pasar una prueba. Si eran demasiado hermosas, se les prohibía pelear ya que sería un desperdicio de belleza. Tales eran las reglas del Reino Desertico.
Nacer en la realeza siendo mujer era aún peor, solo que de una manera menos obvia. Para Mahriham, ser una princesa era como ser un pájaro enjaulado cuyas alas rompían antes de dejarlo ir en medio de la naturaleza. Ella era una princesa. Era importante pero inútil. Cuándo se hablaba de ella en las juntas de los nobles, lo único que solía esperarse de ella era belleza y talento en las artes. La princesa debía ser gentil, delicada y llena de una gracia incomparable. Asuntos como la fuerza e inteligencia estaban fuera de las expectativas para ella. Nadie quería saber si ella tenía más. Estaban conformes con lo poco que podía hacer.
El Reino Desértico era demasiado prejuicioso. No mucho tiempo atrás, a nadie le parecía correcto que un Doncel como Alev estuviera casado con el Rey.
Todas las Reinas que existieron antes de ella fueron todas las esposas de algún Rey o las hermanas que en tiempos difíciles asumieron el cargo más alto dentro del imponente Reino Desertico. Como mujer, ella no podía aspirar al trono del mismo modo que su hermano. Otras odiarían al hermano, pero ella no podía. Mehmet era demasiado fácil de amar. De todos modos, lo que sentía por Mehmet era solo lástima. Pero eso era un tema distinto.
Ser la princesa le impedía casarse con la persona que quería. Las mujeres como tal sí podían casarse, mas no era posible para una princesa. Nunca había existido una mujer dentro del linaje real que deseara contraer matrimonio con otra mujer. Las parejas así eran mal vistas. Muchos consideraban que no tenían sexo de verdad porque no se producía una penetración natural, pero esas eran ideas absurdas que venían de los más anticuados estándares deserticos. Aún así, sabía que sería casi imposible para una princesa casarse con una mujer. Sobre todo si era una esclava como Xing.
Mahriham quería mucho a Xing. Antes de que los curanderos salvajes la hicieran "normal" (según Mahriham) Xing había estado con ella sin importar nada. La joven Xing de aquel entonces la había besado, llenado de caricias y susurrado mil veces en sus oídos que era la más preciosa de las princesas. Era tonto ya que Xing solo conocía a una princesa y esa era Mahriham, pero de todas maneras era imposible para ella no sentirse risueña cada vez que Xing decía eso. Ahora todo recuerdo que alguna vez tuvo de esas dulces palabras estaba manchada por aquella última vez en la que durmieron juntas.
Lo recordaba a la perfección.
Habían tenido sexo varias veces y ahora sus cuerpos sudorosos descansaban sobre la más mullida de las superficies en todo el palacio. La cama de Mahriham era lujosa porque ella así lo había querido; resultaba útil para sus experimentos.
El abdomen desnudo de Mahriham era donde la cabeza de Xing reposaba mientras la princesa jugaba con su largo cabello negro. Xing tenía los ojos cerrados, pero los movimientos de sus labios eran prueba de que seguía despierta. Sonreía y de momento hacía muecas. Ella era así, expresiva en extremo. Hasta el más mínimo sentimiento era visible en su rostro. A medida que los dedos de Mahriham se metían más en su cabello, sus labios iban formando una sonrisa. De verdad le gustaba mucho recibir esas atenciones de Mahriham.
Sonriendo, Mahriham atrajo a su amante y unió sus labios en un beso tierno. Luego, ambas se quedaron en silencio con sus miradas fijas en el techo.
Unos minutos después, Xing empezó a hablar.
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El Príncipe Que No Es Un Doncel. (Tercera parte de la saga Donceles)
RandomEl líder de tribu Agrim siempre ha amado a una persona. Alev, quien era conocido como la esposa del Rey desértico. Desde que puede amar, su amor ha ido dirigido únicamente a ese pequeño Doncel, que jamás podría tener. Aunque lo ha intentado muchas v...