Capítulo 7.

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No habían tenido una buena conversación en más de un mes.

Y sin embargo ahí estaban. Mehmet y Agrim. Príncipe y líder salvaje, compartiendo un carruaje en el más incómodo de los silencios que alguna vez hubieran experimentado. O eso pensaba Agrim, porque a Mehmet en realidad no le parecía tan incómodo. Recordando que hasta hace poco era feliz observando al líder Agrim desde lejos y recibiendo sus breves respuestas, no era tan sorprendente que estuviera feliz ignorando creciente tensión. Además de la mirada sombría que tenía el líder Agrim desde que salieron del palacio.

Todo inició cuando Mehmet fue convocado por su madre hacía unas horas. Solo fue un instante, pero su madre compartió tal noticia que todo el mundo de Mehmet dió un giro por completo.

—Mehmet, tienes que ir a la tribu del líder Agrim ésta noche— fueron las inesperadas palabras de su madre, quién de inmediato empezó a llorar como si fuera terrible para él decir aquello.

—¿Por qué?

—Porque el palacio no es seguro para tí… Mehmet, no tienes ni idea de todo lo que ha ocurrido desde tu cumpleaños. Ponen agujas en tu comida y almohadas, envenenan tu agua y tus plantas. Incluso enviaron a un asesino que Agrim detuvo— continuó Alev con la voz débil. —Hablé con tu padre y ambos estamos de acuerdo en que no estás seguro aquí. El palacio es demasiado abierto y accesible, no podemos protegerte aquí. Pero en la tribu del líder Agrim solo se encuentran aquellos en los que él confía con toda su alma. Estarás a salvó.

Mehmet miró fijamente a su madre. Tenía una de esas expresiones que demostraban que en realidad no le importaba demasiado lo que oía. Honestamente tras oír que se iría a la tribu de Agrim dejó de escuchar por completo. Solo oía pedazos de lo que su madre decía.

Luego de eso todo fue bastante rápido. Naikari apareció de repente con el equipaje del príncipe Mehmet ya hecho. Le entregó sus ropas y algunos juguetes que mantenía dentro de su habitación antes de darle un fuerte abrazo, inhalando el aroma a flores que emitía Mehmet naturalmente. Naikari se despidió, pues ella se quedaría en el palacio para aparentar que Mehmet seguía allí. Aunque quizás Mehmet la extrañaría, extrañaría mucho más a sus hermosas e indefensas flores. Pero era necesario irse, según sus padres.

Casi no prestó atención a las despedidas. Su hermana le dijo algo que realmente no entendió porque estaba sumido en sus propios pensamientos. Su padre le palmeo la espalda y su madre se lanzó a llorar mientras le daba besos en toda la cara. Mehmet arrugó la nariz, pero se permitió abrazar a su madre durante un instante. Se despidió de su familia con una expresión neutra y ausente. La verdad es que no cayó en cuenta de la severidad de su situación hasta que se encontró dentro de un carruaje, alejándose del palacio con cada segundo. Preso de una pánico inexplicable, empezó a patalear y chillar para que le dejaran salir, mas fue inútil debido a las manos que le mantuvieron sujeto a su asiento. Por más que chilló y gritó, no pudo salir del carruaje.

Se calmó poco después. Ya que habían salido en medio de la noche, Mehmet no tuvo ningún problema en dormirse tras unas horas en absoluto silencio. Mehmet sintió que si dormía, tal vez las cosas no serían tan preocupantes.

A la mañana siguiente despertó con una sonrisa en los labios. Su mente se había deshecho de todos los pensamientos negativos que la noche anteriores le habían hecho sentir desesperado. Ahora estaba recompuesto y feliz como solo él podía serlo sin razón alguna. Alegremente se asomó por las ventanas, miró las tierras desconocidas y soltó risitas infantiles a cada paso del camino.

Agrim le ofreció un pedazo de pan al verlo despierto. Mehmet aceptó e inocentemente tomo el pan de un mordisco, sus labios rozando levemente los dedos de Agrim al hacerlo. Y aunque Agrim se ahogó con el aire, Mehmet no pensó que hubiera hecho algo mal.

El Príncipe Que No Es Un Doncel. (Tercera parte de la saga Donceles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora