Extra 4.

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Mehmet era bueno con sus hijos. De eso no había duda.

Sin embargo Mehmet no era tan estricto o formal como las madres de los otros niños. De hecho no se parecía en nada a las otras madres que veía en la tribu. Las madres en la tribu solían ser duras y estrictas porque solo así podían criar hijos e hijas fuertes. Era la manera de los salvajes.

Mehmet no se crió como un salvaje, por lo que obviamente no entendía del todo cómo se debía cuidar a los niños en la tribu. Lo único que él sabía y que había vivido eran los intensos mimos de su madre, la constante vigilancia de su padre y los cuidados discretos de su hermana. Solo en raras ocasiones le habían regañado y eran regaños ligeros que poco permanecían en la mente de un niño.

Mehmet no se consideraba una mala madre. La mayoría de los salvajes no estaba de acuerdo.

La principal razón por la que Mehmet era visto con malos ojos por los salvajes, era que en cada travesura de sus hijos siempre era Mehmet el que orquestraba todo. Si Kaelin o Quorym decían "mamá, quiero subirme a ese árbol", Mehmet buscaba la manera de subirlos al árbol incluso si la altura era demasiada para un niño tan pequeño. Si sus hijos lloraban, él lloraba también. Si sus hijos querían dulces, el irrumpia en los almacenes para buscar dulces. Si sus hijos sentían que alguien les caía mal, Mehmet les lanzaba miradas odiosas y les sacaba la lengua.

Al principio fue lindo ver a una madre que sentía tanto por sus hijos. Sin embargo lindo pronto se transformó en "irresponsable". Mehmet era bastante lindo y adorable, pero todos tenían un límite. Nadie en la tribu podía soportar más de las travesuras y problemas en los que solía meterse el joven peliblanco junto a sus hijos.

La situación escaló bastante cuando los dientes de los niños empezaron a salir, pues Mehmet sufrió tanto con sus hijos que Agrim se vio obligado a decir algo.

—Mehmet.

—¿Si, esposo?— respondió Mehmet con una risita.

Agrim suprimió un gruñido cuando la lengua de Mehmet acarició la punta de su miembro. Mehmet estaba jugando un juego y tenía rato haciéndolo.

Agrim luchó por mantenerse coherente, algo difícil teniendo la boca de Mehmet tan cerca de su intimidad como para hacerlo gruñir y jadear. Los labios de Mehmet, tan expertos como siempre, estaban poniendo a prueba su cordura. Su cuerpo le pedía a gritos que sujetara ese lindo rostro y empezara a empujar su caderas, pero el asunto seguía en su mente. Él no había esperado todo el día a Mehmet solo para esto. Si bien estaba satisfecho, quería hablar de otras cosas.

—Mehmet, tenemos que hablar.

El peliblanco decido ignorarlo y en lugar de responder envolvió sus labios alrededor de la cabeza del pene de Agrim y empezó a mover su lengua de la forma en que sabía volvería loco a su esposo. Cómo predijo, Agrim soltó una maldición en lengua salvaje antes de sujetar el cabello de Mehmet y forzarlo hacía abajo.

Mehmet se dejó llevar con gracia y diversión en su mirada. Hizo lo que le gustaba y dejó que su boca fuera de utilidad para el placer de su esposo.

No fue sorpresa que Agrim tardara poco en correrse. Mehmet era demasiado bueno en lo que hacía.

Mientras su malicioso príncipe se limpiaba la boca, Agrim intentó reunir sus pensamientos. La poca coherencia que le quedaba fue regresando poco a poco.

—No puedes hacer ésto cada vez que intento hablar contigo— fue lo primero que dijo Agrim cuando finalmente recuperó la respiración y pudo formar pensamientos coherente.

Mehmet se había acostado a su lado, estirado sobre la cama de una manera juguetona. Estaba jugando con el vello en el pecho de Agrim y al mismo tiempo tarareando una canción alegre. Siendo honestos Mehmet le estaba prestando más atención al cuerpo de Agrim que a las palabras saliendo de los labios de éste. Estaba siendo problemático con deliberación. En otra circunstancia, tal vez Agrim le habría permitido ese mismo descaro y tranquilidad, pero se trataba de sus hijos. No podía hacer oídos sordos por más tiempo.

El Príncipe Que No Es Un Doncel. (Tercera parte de la saga Donceles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora