SIETE

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Bajamos del taxi y espero a que Dylan le pague al señor del taxi. El cual, dejame decir, que da mucho miedito. Con su ceño fruncido y su cara de patata diabólica.

Hace un rato le he enviado un mensaje a Carlos diciéndole que volvía a casa y el me dijo que se quedaría un ratito más.

Traducción de ratio: una eternidad.

Dylan viene en mi dirección por lo que empiezo a andar y él me alcanza para empezar a andar a mi ritmo.

—¿Y como te lo has pasado? —pregunta dándole una patadita al aire.

Frunzo el ceño. ¿Qué le ha echo el aire para ser tratado así?

—¿Grace?

—Eh, si. Em... Bien... Si quitamos eso que tú y yo ya sabemos...

Asiente.

Llegamos a nuestras respectivas puertas y nos despedimos. Mientras abro la puerta me doy cuenta de algo.

—Dylan. —lo llamo girandome.

Él se gira también hacia mi.

—Dime.

—Gracias por ayudarme a tranquilizarme.

Sonríe.

—No es nada, es algo que cualquiera haría.

—No, cualquiera no. Te lo puedo asegurar, he tenido que vivir muchas cosas a lo largo de mi vida...

Se hace el silencio.

—Bueno, pues buenas noches. —digo y me giro para seguir abriendo la puerta.

—Si, buenas noches.

Lo miro por encima de mi hombro. Trago saliva con la pregunta luchando por salir. En cuanto escucho que abre la puerta entro en pánico.

—Espera. —me giro bruscamente y avanzo dos pasos hacia él. —¿Quieres... —señalo la puerta de casa aun cerrada. —Pasar y que veamos una peli? —no quiero estar sola, no después de un ataque de pánico como el de hoy.

Sonríe.

—¿Estás siendo amable conmigo o es que estoy alucinando?

Lo miro sería.

—Lo he intentado, pero siempre sacas lo peor de mi.

Lo escucho reírse y cuando abro la puerta de casa para entrar su mano la cierra de golpe. Me giro y lo encuentro demasiado cerca.

—Si que quiero ver una película.

—Ah, felicidades. Pues vas a tu casita y te pones una. Ala adiós.

—Grace, quiero verla contigo.

Lo miro más calmada.

—Vale, pero si vuelves a ponerme de mal humor con una sola frase te arranco... Una oreja.

—¿Una oreja?

—Si, asique ten cuidadito conmigo.

Me giro y abro la puerta, me hago a un lado para que pase y él lo hace con una sonrisa.

—Vamos a mi habitación y la vemos en el portátil de mi hermano.

—Uy ¿A tu habitación? Pero invítame a una cita antes, al menos ¿No?

—Dylan. —lo fulmino con la mirada y no necesita nada más para saber que eso significa que se calle.

Voy a por el portátil de Carlos y lo coloco en mi cama, donde él se sienta con toda la confianza del mundo.

BAILANDO SOBRE EL MAR ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora