VEINTICUATRO

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Dylan ha llamado a Carlos, aunque ha contestado Kattia (ya que mi hermano se estaba duchando). Le hemos dicho que me quedaría a dormir en casa de Dylan y que le avisara a Carlos. Ella ha dicho "¿Ah si...?" En un tono que me indicaba que estaba pensando cosas equivocadas de lo que voy a hacer con Dylan, pero ha dicho que vale y hemos colgado.

Dylan me ha obligado a comerme una tortilla francesa y ahora estoy en su cama esperando que salga de la ducha, con una camiseta que huele a él y que gracias a Dios llega hasta un poco más arriba de mis rodillas, porque no llevo pantalones.

Ah, y llevo unos calzoncillos suyos.

Solo diré que cualquier persona, teniendo su ropa en la casa de al lado habría ido a por algo de ropa y supongo que ha ducharse a su casa, pero como dije anteriormente, yo no soy cualquier persona.

Asique me he duchado en casa de Dylan y me he puesto su ropa.

Me giro y quedo tumbada boca arriba, mirando el techo. Escucho como la puerta del baño se abre y de reojo veo que Dylan sale de él.

Lo escucho moverse un poco por la habitación y finalmente se tumba junto a mi, mirando también el techo.

—No tengo nada de sueño. —susurro.

—Normal, has dormido todo el día.

Asiento, comprendiendo.

Me giro para estar mirando hacia él. Él hace lo mismo. Pasa su mirada por cada milímetro de mi rostro y estira una mano hasta la mia.

Dejo que le agarre y la lleve hasta sus labios, para después dejar un dulce beso en esta.

Cierro los ojos ante el tacto de sus labios ahí. Cuando los abro, Dylan me mira fijamente.

De repente siento el impulso de moverme e ir a besarlo. Y lo hago.

Me arrastro por la cama hasta estar pegada a su cuerpo, y lo beso.

Él me sigue el beso soltando mi mano para rodearme la cintura y apegarme más a él.

Apoyo una de mis manos en su pecho y la otra la hundo en su pelo.

El beso, que empezó siendo lento, empieza a convertirse en uno brusco y necesitado. Noto su lengua rozar mi labio inferior y la dejo entrar en mi boca, gustosa.

Nuestras respiraciones ya están más que aceleradas, y nuestros pulso ya ni te digo.

Dylan hace que me suba a su regazo y se incorpora para estar sentado conmigo sobre él, aún besándome.

Suspiro cuando no se anda con muchos rodeos y empieza a acariciar desde mi rodilla hasta mi muslo, deteniéndose cerca de su objetivo. Siento el calor apoderarse de mi cuerpo.

Gruño cuando se separa de mis labios.

—Grace ¿Tú de verdad quieres hacer esto? —susurra con la vista fija en mis labios.

—Claro.

—¿Segura?

—Que si.

—Pero... ¿Qué va a pasar después de esto?

—No lo sé.

—No quiero que después de esto me mandes a la mierda, Grace. Yo no busco solo una noche contigo, y si eso es lo que tú buscas dímelo.

—No busco una sola noche. —susurro, besando desde su mejilla hasta la comisura de sus labios.

Parece que mi respuesta le gusta porque me besa con aún más ganas que antes.

BAILANDO SOBRE EL MAR ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora