DOCE

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—¿Qué? ¿Como es eso de que "me vas a enamorar?

—Mira, no sé si te gusto o no...

—No lo sé ni yo. —susurro más para mi que para él.

—Voy a ocuparme de gustarte.

Levanto una ceja hacia él a pesar de que no puede verme, porque esta mirando hacia la carretera.

—¿Y como se supone que vas a hacer eso?

—Siendo gracioso, amable, caballeroso... Sacando mis encantos. Estoy acostumbrado a tener a las chicas atrás de mi con solo guiñarles el ojos, pero me voy a esforzar contigo. Porque mereces la pena.

Porque mereces la pena...

—Asique es por eso por lo que has venido a recogerme. —hablo tratando de ignorar esa frase que se ha quedado grabada en mi cabeza.

—Por eso y porque me aburría en casa.

—Ah, asique solo te acuerdas de mí cuando te aburres... Muy bonito.

—No, no. Ya sabes a lo que me refiero...

—¿Y a qué te refieres?

—Pues... Pues... No lo sé pero yo no solo me acuerdo de ti cuando...

Se calla cuando escucha que empiezo a reírme en toda su cara. Bufa y pone cara de niño enfadado. Si no tuviera que agarrar el volante seguro que se habría cruzado de brazos y formado un berrinche.

—No tiene gracia. —gruñe.

—¿Ah no? Pues yo me estoy riendo.

A veces me pregunto por qué es tan malditamente divertido reírse de la gente. Después a una la llaman mala persona, pero es que es magnífico hacerlo.

El resto del camino lo pasamos en silencio pero cómodos. Al menos yo estoy cómoda.

Lo observo conducir.

Nunca he entendido la gente que decía que ver a los chicos conducir es sexy. Pero ahora lo entiendo, ver cómo agarra el volante... Con esas manos...

Dios mío Grace, controlate un poco.

Pestañeo y aparto la mirada de sus manos. De repente tengo demasiado calor.

No sé si este tío me gusta, pero desde luego me pone. Mucho.

(...)

Bajo del coche y empiezo a andar hacia mi casa junto a Dylan. Al llegar a la puerta dudo de que debo hacer, supongo que despedirme y ya ¿No?

—Adiós, Dylan. —susurro abriendo la puerta de casa.

—¿Así sin más? ¿No vas a despedirme con un beso?

Me giro hacia él y veo que ni siquiera ha hecho el esfuerzo de abrir la puerta, está apoyado de espalda a esta mirándome atentamente.

—No, si quieres me despido con un puñetazo pero con un beso no.

Sonríe, creo que es la primera persona que veo que le gusta que lo insulte y lo amenacen. En fin, este tío está loco.

—Oye Grace, como mañana es sábado, y los sábados no hay clases... ¿Quieres venir conmigo a la playa?

—¿Eh? P-pues no sé.

—Por favor. —hace un puchero. —Si quieres puedo invitar también a Kattia y a tu hermano, si te vas a sentir más cómoda.

Me lo pienso. No sé... En el fondo tengo muchas ganas de ir con él, y precisamente ese es el problema. Me asusta todos los sentimiento que él me provoca. Pero por otro lado... Él de verdad parece querer que vaya.

BAILANDO SOBRE EL MAR ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora