Capítulo 22

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El mes de junio llegó y eso solo significaba una cosa: los TIMOS.

Las últimas semanas los profesores no ponían deberes, sino que se dedicaban repasar los temas que ellos creían que con mayor probabilidad aparecerían en los exámenes. En esa atmósfera, pasé la mayor parte de los últimos días en la biblioteca junto a Della, mientras Layla repasaba junto Issac, que tendría que realizar los EXTASIS.

En esos días Draco se unió a nuestro grupo de estudio y se dedicó a ayudarnos en la práctica de algunos encantamientos y contramaleficios, fue un momento incómodo porque nos evitábamos mutuamente, pero de todos nosotros él es el mejor si de hechizos se trata.

El día del primer TIMO todos estábamos nerviosos, durante todo el desayuno practiqué conjuros por lo bajo mientras que el tenedor que tenía delante se sacudía. ​

A la par que pasaban los días, todo iba volviendo a la normalidad, el nerviosismo por iniciar los exámenes era remplazado por la ansiedad de que terminaran.
Esta noche es el examen de Astronomía, el penúltimo y al fin seríamos libres.

La torre de Astronomía me traía muchos recuerdos, me costó mucho concentrarme en las constelaciones durante los primeros minutos.

Mi mapa celeste estaba casi completado.
Pegué el ojo al telescopio observando a Marte, luego dirigí la vista hacia mi mapa para anotar la posición, pero, los murmullos que se escuchaban en toda la Torre de Astronomía me desconcentraron.
Todos miraban hacia los oscuros jardines, incluidos los examinadores.

¿Qué está sucediendo?

Enfoqué mi vista en la cabaña de Hagrid donde se veía con bastante claridad como una figura de gran tamaño rugía y enarbolaba los puños, rodeada de seis personas que intentaban aturdirlo a juzgar por los finos rayos de luz roja que proyectaban hacia él.

- ¡No! – escuché que alguien gritó

- ¡Señorita! ¡Esto es un examen! – exclamó uno de los profesores

Pero nadie le prestaba atención. Todavía se veían las luces rojas, aunque parecían rebotar en Hagrid, el cual seguía defendiéndose, Fang, su enorme perro, intentaba defender a su amo y como consecuencia le lanzaron un hechizo aturdidor.

Cuando lo vi caer una solitaria lágrima se deslizó por mi mejilla mientras observaba con horror.

- ¿¡Como se atreven!? – gritó la profesora McGonagall mientras corría hacia ellos!? - ¡Déjenlo en paz! ¿Con que derecho lo atacan? Él no ha hecho nada, nada que justifique este...

Solté un grito al ver a la figura de la profesora despegarse del suelo para luego caer sobre su espalda y quedar inmóvil.

¡Le habían lanzado cuatro hechizos aturdidores!
Como se atreven, pobre profesora McGonagall. Es que están locos, con su edad eso puede ser muy peligroso.

- ¡Ay madre! – gimió Hermione

Hagrid intentó defenderse dándole un par de golpes a sus agresores.

- Deténganlo, sujétenlo– gritó Umbridge

Hagrid se había dado vuelta y había echado a correr con Fang sobre los hombros, hacia las lejanas verjas y desapareció en la oscuridad.

Hubo un largo minuto de silencio, los alumnos temblorosos y boquiabiertos, contemplaban los jardines. No podía concentrarme, estaba dispuesta a entregar el mapa y salir de aquí a toda prisa, tal vez la profesora McGonagall necesite ayuda.

- ¿Qué haces? – escuché que me susurró Draco Malfoy, después de agarrarme del brazo

- Necesito salir de aquí – le dije con los ojos aguados, si hay algo que no tolero es que las personas abusen de su poder contra los débiles, y eso es lo que acaban de hacer

Traidora (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora