Capítulo 57

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- Esa varita que tienes en la mano es mía, Potter – dijo Draco apuntándole con la varita de su madre mientras se abría paso entre sus dos secuaces

- Ya no lo es – repuso Harry entrecortadamente y lo miré mal, si quería que Draco lo ayudara, provocarle no era la mejor manera – Quien pierde, paga, Malfoy ¿De quien es esa que tienes?

- De mi madre, y no recuerdo haber perdido, estoy seguro de que no fue exactamente lo que pasó – contestó Draco

Harry rio, aunque la situación no tenía nada de cómica.

- ¿Qué hacéis aquí? – preguntó Harry – Me extraña que no estéis con Voldemort

- Eso hacía... pero digamos que te llevaste algo mío – dijo observándome – Deja ir a mi novia, Potter

- Ella no está aquí bajo ningún tipo de persuasión... es su voluntad – respondió este

- Draco... baja la varita y ordénales a estos imbéciles lo mismo – dije dando un paso al frente, pero un hechizo proveniente de Crabbe me rozó la oreja

- ¿Qué haces idiota? – escupió Draco al chico

- Nos van a recompensar – dijo Crabbe con una voz sorprendentemente dulce para una persona tan corpulenta. Crabbe sonreía como un niño pequeño al que han prometido una gran bolsa de caramelos – Nos quedamos en el colegio, Potter, decidimos que te entregaríamos

- ¡Un plan fantástico! – exclamó Harry con fingida admiración

En ese momento la vi... justo a mí lado: el viejo y estropeado armario y encima del mueble, el mago de piedra gastada con una peluca vieja y polvorienta y una antigua diadema descolorida que un día yo misma me la había colocado.

No podía creer lo cerca que estaba, y mientras Harry hablaba, con mucha lentitud fui acercándome al busto. Tenía que arriesgarme, ellos empezarían a pelear pronto...

- ¿Y cómo habéis entrado aquí? – preguntó Harry

- El año pasado estuve más tiempo en la Sala de objetos perdidos que en cualquier otro sitio – dijo Draco con voz crispada – Sé cómo se entra

- Estábamos escondidos en el pasillo – informó Goyle - ¡Ahora sabemos encantamientos desilusionadores! Draco nos enseñó – lo volteé a mirar mal, pero mi novio no me devolvía la mirada, tenía la vista enfocada en el busto de piedra que el mismo me había ayudado a colocar sobre el armario – Y apareciste tú y dijiste que estabas buscando una diadema. Por cierto, ¿Qué es una diadema?

Más tonto y no nace, que estúpido.

- ¡Eh, Harry! – la voz de Ron resonó de repente al otro lado de la pared que tenía a mi lado - ¿Con quién hablas? ¡No le cuentes cosas a mi hermana, es una serpiente, sabemos que no es de confianza!

Puse los ojos en blanco... hablando de idiotas.

Crabbe sacudió la varita como si fuera un látigo apuntando a la montaña donde estaba la diadema y otros utensilios difíciles de identificar y gritó:

- ¡Descendo!

- ¡Rose! – gritó Harry, al mismo tiempo que Hermione, pero todo sucedió tan rápido que no pude moverme, sentí como innumerables objetos caían sobre mí, perdí el equilibrio y caí al suelo junto al resto de objetos que trataban de enterrarme en una montaña

- ¡Finite! – escuché la voz de Draco - ¡Quieto! – ordenó y sentí sus pasos apresurados hacia mí – Si le hiciste daño te juro que te arrepentirás

- ¿Y que más da? – replicó Crabbe – Es a Potter a quien quiere el Señor Tenebroso, la mojigata de tu novia me importa un bledo... Ya no acepto tus órdenes, Draco. Tú padre y tú estáis acabados

Traidora (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora