O7 (pt 1/2)

130 12 4
                                    

A la mañana siguiente, Minho despertó algo adolorido, se había quedado dormido en el sofá de la casa de Jisung y bueno, no era el mejor lugar para dormir más de siete horas. Miró la hora y eran las ocho y media de la mañana, suspiró cansado y se levantó, recordando que tenía un paciente al cuál atender. Sonrió inconscientemente y fué a la cocina para prepararle desayuno a su niño favorito.

Fué bastante detallista al servirle, le puso sus galletas favoritas que había ido a comprar y le hizo un rico sandwich junto a un capuccino bien dulce como a Jisung le gustaba. Subió con la bandeja y al entrar se topó con el menor ya despierto, estaba tocando la guitarra mientras tenía sus ojos cerrados.


—buenos días, mi querido paciente. ¿Cómo amaneció?—bromeó. Jisung abrió sus ojos de inmediato al oírlo y subió la mirada, viendo la bandeja que Minho traía en sus manos. Suspiró fascinado, amaba tanto la preocupación y el detallismo de su amigo.

—eres tan...—hermoso, pensó Jisung. —tan bueno, Min.

Minho rió y se acercó con la bandeja. La dejó en el velador y tomó la guitarra para dejarla en su atril. Volvió a tomar la bandeja y la colocó cuidadosamente en el regazo de Jisung.

—espero que lo disfrutes y te comas todo—regañó el mayor, quien segundos después besó su frente con cariño. —por suerte ya no estás afiebrado.

—y todo gracias a tí.

—lo sé—dijo, altanero. Jisung solo rió. —bueno, amaría quedarme aquí todo el día contigo, pero debo irme—iba a levantarse, pero Han fué más rápido y tomó su mano.

—no te vayas...—murmuró cabizbajo, sin saber muy bien como actuar o qué decir. Era bastante vergonzosa su actitud pero no quería que Minho se fuera.

—ah, corazón, volveré si es eso lo que te preocupa—Jisung lentamente aflojó el agarre y guardó su mano bajo las mantas de su cama.

—está bien, gracias—soltó sin querer con una pizca de molestia. Después de todo, ¿Quién era el para impedirle que se fuera?

Minho abrió su boca dispuesto a decir algo, pero la cerró y solo se limitó a coger su chaqueta que estaba sobre la silla del escritorio. Volvió a Jisung quien comía con su seño fruncido y besó su cabecita, sacudiendo tiempo después sus cabellos.

—eres tan cascarrabias, nos vemos después.


Minho abandonó la habitación y la casa, dejando a un Jisung todo sonrojado.

¿Cómo no estarlo? Minho fué tan cuidadoso, caballeroso, amable y preocupado. Cuando lo vió allí parado con la bandeja en la mano su corazón dió un vuelco y no solo uno, sino varios vuelcos junto a latidos duros y cada uno de ellos dedicados a Minho.
Relamió sus labios mirando la bandeja, la forma de corazón en la que colocó las galletas, el café endulzado tal cuál como a él le gusta.

Tan único.

Luego de comer dejó la bandeja en la mesita a su lado y se recostó por solo diez minutos más, sumergiéndose en sus pensamientos y en lo que estaba sintiendo. Debía tomarle desde ya peso al asunto, porque no era para nada normal las reacciones de su cuerpo ante la existencia de Minho, tampoco era normal sentir esos celos por ese chico extranjero por el simple hecho de que estuviera cerca o metido en el espacio personal de su amigo.

Mucho menos era normal que le gustara Minho.

¡Y si! Joder, tenía que aceptarlo de una maldita vez ya. Minho le gustaba y no podía hacer nada en contra de eso. Minho le gustaba como nunca le gustó antes una muchacha, Minho lo volvía loco con su forma de hablar, con su forma de expresarse, la manera en la que caminaba, el cómo lo cuidaba. Tantas cosas que lo volvían loco que, tenía tiempo para pensar en cada una de ellas en ese mismo jodido momento.

La forma en la que Minho usaba esos pantalones ajustados presumiendo esos musculosos muslos lo enloquecía un millón de veces más que una falda y un escote. Cuando su chico usaba musculosas, cuando usaba chaquetas, ese aroma tan varonil que, mierda, lo enloquecía muchísimo más que las mismisimas fragancias de Ariana Grande.
En pocas palabras y a resumidas cuentas, Minho lo tenía completamente loco y olvidando su ego fácilmente podría caer de rodillas frente a él sin problema de por medio.

Soltó un jadeo al sentir ese aroma en sus sábanas. Con impulso se levantó de la cama para iniciar ya otro día de mierda porque claro, Minho se había ido.











♫ ♪ ♫ ♫ ♪ ♫










Minho aseaba el departamento cuando escuchó tener una llamada entrante.
Dejó la escoba y la pala a un lado para tomar su teléfono que estaba encima de la mesa, y al ver qué era Felix sonrió un poco.


¿Hola? ¿Se encuentra el señor Lee?

Minho rió y se dejó caer en el sofá.

—por supuesto, con él habla. ¿Qué se le ofrece, rubio guapo?—escuchó a Felix reír por la línea y el solo sonrió.

ya que lo dice así... Muero por verlo, señor—se sinceró. Minho mordió su labio, miró la hora y rió ronco.

—¿Ah, si? Vaya... Entonces ven.



A pesar de que en la mente de Minho solo merodeaba esa imagen de Jisung con sus ojitos brillosos rogándole por quedarse, ahora besaba rudamente la boca del rubio mientras este estaba sobre su regazo.

Felix se quitó la sudadera junto a su camisa dejando su trabajado abdomen al descubierto, así como todo su torso en general. Minho estaba con su cabeza hacia atrás, sin poder dejar de pensar en Jisung mientras el rubio empezó a repartir succiones en la piel de su cuello, plenamente consciente de que luego estas serían bastante notorias. Pero Minho estaba entumido en sus pensamientos, sin fijarse en lo que el de pecas hacía realmente.
Pronto, tenía al rubio bajo suyo, estando en la cama. Se miraron a los ojos y el pelimorado gruñó por imaginarse a Jisung ahí. Con brusquedad besó la boca del chico deseando sacarse de la cabeza a su ardilla, no era para nada bueno esto.






Holaaaa, aquí otro capítulo, que espero que sea de su agrado. No olviden votar que me ayuda muchísimo.

The boy is mine. [Minsung] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora