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El ruido de un camión estacionándose fuera de su casa lo hizo despertar de su sueño profundo. Miró la hora luego de abrir sus ojos con pereza y eran las 8:36.
     Con un bostezo pesado Jisung se levantó de la cama y se acercó a la ventana para correr la cortina y mirar que ocurría. Su mamá estaba en la entrada de la casa y hablaba con al parecer el chofer de aquel ruidoso camión; observó de nuevo y las puertas del gran vehículo se abrieron.
Ahora recordó que su madre semanas atrás había comprado un sofá por internet debido a que por su trabajo no tenía tiempo para ir a la tienda física. Él mismo había estado junto a ella cuando escogió un sofá de color beige muy elegante, el cual le gustó mucho y estuvo aprobado.
      Sabía que tenía que bajar a ayudarle a su madre a entrar esos muebles, porque era de esquina, es decir, de esos sofás tipo "L".

Se vistió rápido con algo deportivo cómodo y bajó las escaleras, haciendo espacio en la sala de estar para después poder instalar el mueble.
Salió al patio y su madre le acarició la cabellera, enterneciendose por el buen hijo que tenía, que se levantaba abandonando su adorado sueño para ofrecerse a ayudarla.

—Gracias, Sungie. —Agradeció la mamá. El camión ya se había ido, y la señora igual debía irse a su trabajo pese a que era feriado. Jisung no tenía clases, afortunadamente.

—No es nada, mamá.

La señora se despidió con un cariñoso abrazo y se fue en su auto.
Jisung miró el sofá y suspiró con agotamiento. Si fuera por él, se acomodaría plácidamente en el sofá aunque estuviera prácticamente en la calle. ¡Eran cuatro muebles que se conectaban! No podría tomar ni siquiera tres.
      Con un ánimo que sacó de no sé dónde, tomó el primero, que era el más pequeño por lo cual no pesaba mucho y lo adentró a su casa. Lo dejó en un lugar equis y volvió a salir para tomar el otro, dejándolo dentro también.
Cuando salió nuevamente, vió a Minho tomando el tercer mueble.

¿En qué momento había llegado? Era impresionante.

—¿Qué haces acá? —Preguntó con gracia.

—Buenos días para tí también, Sungie.

Jisung bufó y tomó el cuartó mueble.

—Pareces mi héroe llegando cada vez que te necesito. —Comentó penoso, y el mayor rió suave. Iba a entrar pero Minho se lo quitó. —¡Hey! Yo también tengo fuerza, tonto.

—Agradece que te estoy ayudando, porque no me verás por una semana, corazón. —Respondió, corriendo los sofás para poder acomodarlos.

¡¿Qué?! No puede ser.

—¿Qué? —Se le escapó.

—Me iré con mis papás a Busan para ir a visitar a unos familiares, nos vamos hoy en la tarde y volvemos el Domingo. —Explicó, sentándose luego de haber terminado. Quedaron bien y se veían sumamente cómodos y bonitos.

Han se quedó viendo el suelo, ya pudiendo imaginarse como serían sus siguientes días sin Minho. Se había acostumbrado a estar con él, y que se fuera le ocasionaba de alguna forma un sentimiento de vacío.

—Entiendo. Bueno igual es bueno... La pasarás genial con tus primos, son muy divertidos y simpáticos, sobre todo Sungchan. —Sonrió, y el castaño sonrió también.

—Si... Bueno, ven aquí. Aún tenemos tiempo de estar juntos.

Jisung se acercó y lo abrazó, sentándose a su lado. Se separaron un poco y Minho no se contuvo a besar sus labios, afirmándolo del cuello. Aquella acción hizo a Han temblar de muy buena manera.
Quería seguir besándose con su mayor, pero su estómago rugía y Minho pudo escucharlo.

The boy is mine. [Minsung] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora