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Despertar en una habitación diferente a la tuya es una sensación única, y a Minho le gustaba aunque prefería la suya porque la tenía muy bien decorada. En cambio, esa habitación era blanca y sin muchos detalles.
Bostezó y se quedó mirando el techo por un rato, aunque no le duró mucho porque llegaron sus primos a molestarlo. La puerta fue abierta y entró Sungchan junto a Juyeon con una bandeja con el desayuno para su primo favorito.

—Ay no... No debieron molestarse. —Dijo Minho con pena. Los chicos solo rieron y le dejaron la bandeja en su regazo.

—Nunca te vemos, Hyung, es bueno hacer estos gestos.

Los chicos tomaron asiento en la orilla de la cama del mayor, y se quedaron viéndolo mientras él comía.

—¿Qué me ven tanto? —Achicó sus ojos, presintiendo algo. —Ustedes quieren algo... ¿Esto es soborno? —Hizo referencia a la comida. Los chicos se miraron y negaron.

—Bueno si. —Dijo Sungchan, para recibir un codazo por parte de Juyeon.

Minho puso los ojos en blanco y los miró a ambos mientras bebía su taza de café.

—Y bien, qué quieren. —Dijo murándolos.

Juyeon miró a su hermano y luego miró otra vez a su mayor.

—Pasa que, nos invitaron a una fiesta... Pero mamá no nos dejará ir a menos que tú vayas con nosotros. —Explicó Sungchan mientras miraba sus manos. —Dijo que no podíamos dejarte solo.

El mayor de los tres entendió todo.
Pensó un poco sobre eso, pero ya tenía la respuesta.

—Ni lo piensen.

Ambos chicos se quejaron y lo miraron como cachorros abandonados.

—Por favor Minho Hyung... Es una fiesta muy importante porque es el cumpleaños de un amigo mío.

Minho terminó de comer y dejó la bandeja en su mesita de noche. Limpió sus labios con una servilleta y se cruzó de brazos apoyando su espalda en el cabecera de la cama.

—Si se portan bien lo pensaré.

Ambos chicos asintieron y luego de eso se retiraron de la habitación.

Minho se dio una ducha y bajó para ir a ver un rato las noticias, o simular que lo hacía porque en realidad se quedaría chateando con Jisung.



Jisung llegó triste a la cafetería. Le había quitado todo el ánimo el simple hecho de recordar en la mañana que Minho ya no estaba. Quizás sí tenía apego al mayor, no lo sabía, pero la única compañía que le gustaba muchísimo era la suya.
Se puso su delantal de trabajo y Changbin lo observó con una ceja alzada; siempre lo veía llegar con una gran sonrisa o con una energía muy positiva, todo lo contrario a la de ahora.

—¿Es por Minho? —Preguntó divertido, y el pelinegro solo asintió triste, parándose frente a la caja listo para atender a quien sea que llegue.

—Recién es el primer día, solo espero que se acabe todo luego. —Se quejó y puso desde su celular música de ambiente.

A la fuerza tuvo que cambiar esas bajas energías para así atender bien a los clientes. No podía atender serio, pues algo que caracteriza a Starbucks es la excelencia y simpatía de los trabajadores del lugar.
Changbin trataba de subirle los ánimos contándole chistes y haciendo incluso el ridículo en algunas ocasiones, pero a penas lograba ver una sonrisa.

De pronto, el teléfono de Jisung vibró. Era él.
Sonrió enormemente y abrió el chat, para ver que le había enviado un audio.

"—Buenos días, bebé... Ya siento que te extraño. —Rió suave y se le escuchó bostezar. —Recuerda comer bien y dormir bien. ¡Que tengas lindo día!"

The boy is mine. [Minsung] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora