La calma antes de la tormenta [Tom Riddle y tú]

La discusión de los Riddle.

...

Igual que había hecho unos meses atrás, entró a su mansión asotando la puerta, caminando como fiera a la oficina donde siempre se encontraba Tom.

Como ya era usual, estaba con unos 4 mortífagos enmascarados, preparando el golpe al ministerio que darían en unos días.

---¿¡Cómo te atreves a involucrar al profesor Slughorn en esto!?--- preguntó la bruja enojada.

---Váyanse--- les ordenó a sus seguidores para que no vieran a su esposa reprenderlo.

---Deja en paz a Horace...

---¿Estás ordenándome?--- la cuestionó Tom ofendido con el ceño fruncido.

---Te estoy advirtiendo.

---Ah, entonces me estás amenazando--- afirmó Tom, acercándose a ella con paso amenazador ---Y a mí nadie me amenaza.

---Acabo de hacerlo--- soltó Neela, avanzando hacia él de la misma forma.

Tom gruñó, retrocediendo a la vez que retiraba la mirada de la bruja.

---Y cuando tú reclutaste a dos adolescentes ¿Qué? ¿Acaso pediste mi permiso?--- argumentó malhumorado.

---Creí que sabías que a eso había ido a Hogwarts, a reclutar magos y brujas...

---Y aún así no me dejas reclutar a un profesor--- Neela bufó.

---Recluta al profesor que se te dé la gana, pero al profesor Slughorn no, a él déjalo en paz--- repitió ---Él nunca ha querido ser parte de esto.

---Muy tarde, envié la invitación, y si te lo contó a ti, seguramente se lo contó a alguien más. Y así comenzará a expandirse el rumor de cómo un simple profesor de pociones rechazó al gran Lord Voldemort, y eso no lo permitiré. Así que, si tanto te importa, dile que tiene dos opciones: Unirse y gozar del poder y oportunidades que le brindaríamos, o conformarse con la muerte.

---Te advierto, Tom, si le tocas un solo pelo...

---¿Qué me harás?--- Neela lo miró, sin decir nada.

---Deja de comportarte como un niño caprichoso al que no le compraron su escoba y actúa como el hombre adulto que eres...

---¿¡Yo caprichoso!? ¡Es él quien no quiere aceptar una invitación solo porque no se le antoja ! ¡Yo me tomé mi adulto tiempo para escribirle una nota e invitarlo a unirse a nuestra noble causa! ¡No soy yo el caprichoso aquí!.

---¿Acaso escuchaste una palabra de todas las tonterías que dijiste? Porque déjame decírtelo ¡Es exactamente como suena un niño caprichoso!.

---¡Déjame en paz!--- se quejó, azotando uno de los libros del librero hacia el suelo.

---¡Que maduro, Tom, muy maduro!.

---¡Te enseñaré lo que es maduro!--- soltó enojado de repente, sosteniendo los brazos de su esposa, empujándola contra la pared, acorralándola hasta que sus rostros estuvieron a pocos centímetros de distancia.

Ambos se miraban con ojos furiosos, hasta que Tom acortó los pocos centímetros entre ellos y juntó bruscamente sus labios con los de la bruja, quien por orgullo pretendía tratar de alejarlo, pero no podía engañar a su cuerpo y pretender que no quería corresponderle a sus caricias.

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Perdió sus dedos en el cabello negro de Tom que tanto le encantaba acariciar, mientras Tom descendía sus manos por la espalda de la bruja, deslizándolas por sus caderas hasta llegar a sus piernas.