La noche de Halloween

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...

—Y bien ¿Cómo te fue con Pettigrew?— le preguntó Tom desde la pequeña silla de la mesa de Delphini, donde jugaban a tomar el té con las demás muñecas de la niña.

—Bien, pero no como tú esperas— ante la mirada curiosa de su esposo, Neela le contó lo mismo que le había contado a Peter.

Al terminar de escuchar el plan de su esposa, masajeó su entrecejo tratando de calmar su disconformidad, suspirando fuertemente.

—Necesitamos a Elena, Tom...

—¿Sólo porque es hija de Eric?— preguntó con un tono cortante que no pudo disimular.

—¿Acaso ya se te olvidó lo que pasó el día en que nació hace 21 años? Por si acaso, déjame recordártelo: Iba a nacer muerta, pero le dimos la piedra filosofal que ya teníamos para nosotros y volvió a vivir.

Lo sé, recuerdo el día en que la tuvimos encerrada y le mostramos lo que es capaz de hacer gracias a eso. El poder de la piedra filosofal corre por sus venas— Neela le sonrió y negó ante su inocencia.

—No solo tiene la piedra filosofal corriendo por sus venas. Ella es la piedra filosofal— marcó para que estas palabras penetraran la cabeza de Tom.

—¿Ella es...?.

—Inmortal.

Tom regresó la mirada a su hija, sin creer lo que acababa de escuchar. Se preguntaba como había sido tan ingenuo y no haberse dado cuenta antes, pero no importaba qué tan inteligente Riddle fuera, pues un caso como el de Elena nunca antes había ocurrido.

—La necesitamos para la segunda parte de nuestro plan. Ya hemos impuesto nuestro poder sobre el mundo mágico y castigado a los muggles, pero la muerte de los Potter pondrá fin a eso; comenzará la etapa que hemos esperado tantos años— dijo con una sonrisa, Tom aún la veía callado —¿Recuerdas lo que te prometí hace años?.

—Que me ayudarías a dominar la muerte— Neela asintió.

—Exacto, dominaremos la muerte y abriremos la puerta que por años nos ha mantenido separados de los que amamos... Todos los que perdimos volverán, Tom, todos y cada uno de ellos.

—¿Con Elena empieza todo?— ella asintió —¿Y qué hay de los Potter?.

—Puedes hacer de ellos lo que quieras, les dará una lección a los demás de que nadie puede rechazarnos y vivir para contarlo— Tom sonrió enorgullecido de su mujer —Pero aún así...

—¿Qué ocurre?— preguntó ante la mirada consternada de Neela.

—He tenido este sueño recurrente, esta visión... El niño de los Potter, Harry, no estoy segura de qué tendrá que ver con nosotros, como si... Como si su futuro aún no estuviera decidido. Aún así, sé que es peligroso, no sé por qué, pero nos traerá problemas, si él no muere ahora nuestros planes estarán fastidiados.

—¿Estás pidiendo que nos deshagamos de él?— la cuestionó con ansias de escuchar su respuesta.

—No podemos arriesgarnos a equivocarnos— le dijo su esposa con pesar —No me interesa a quién tenga que arriesgar para recuperar a mi familia. Pero hay una cosa más, Tom— el pelinegro la miró con curiosidad —Debes de ser tú quien lo hagas, no uno de nuestros servidores, no yo... Tú.

—No será un problema para mí— contestó, restándole importancia con una sonrisa de lado.

—Pero Tom, será el último inocente que asesinemos...

—Vamos Neela, uno más, uno menos ¿Qué importa? Al final regresarán gracias a nosotros los que queramos regresas, y entonces todos lamentarán no haberse puesto de nuestro lado cuando tuvieron la oportunidad— finalizó el mago sin mirarla, chocando las tazas con su hija a modo de brindis.

La calma antes de la tormenta [Tom Riddle y tú] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora