Bienvenida a casa.

50 9 48
                                    

...

Cuando abrió los ojos se encontraba nuevamente en la oficina del pelinegro, pero esta estaba distinta, estaba vacía y una atmósfera extraña y pesada reinaba en el ambiente.

Claro que Neela sabía perfectamente en dónde había despertado.

---Ya verás, Marvolo, maldito seas infeliz traicionero--- soltó molesta, levantándose del piso.

---Wow, que boquita--- dijo una voz a sus espaldas mientras acomodaba su vestido.

Levantó el rostro con una sonrisa, volteando a ver al mago, saltando hacia él emocionada.

---¡Eric!--- exclamó en los brazos de su amigo ---Me alegra tanto volver a verte--- le aseguró apartándose para ver el rostro de su amigo.

---No tienes una idea de cuánto me alegra a mí también--- le dijo su amigo, tomando su mano ---Ven, todos te están esperando.

La sonrisa de Neela solo se agrandó al oír esto, corriendo detrás de Yaxley hasta la puerta de la otra vez, cuando cruzó con Cassandra por primera vez.

---Hacemos guardias--- le explicó el mago antes de cruzar ---Un día cada grupo, en caso de que regresaras.

---¿Un grupo?--- Eric asintió.

---Tus padres y Mattheo son uno, Mía y Lea claramente son otro, al igual que Cassandra y Abraxas.

---Y tu equipo ¿Quién es?--- Eric levantó la mano en un gesto de negación.

---No tengo equipo, todos me invitaron pero no quería ser el mal tercio de nadie--- respondió el mago ---Cada quien tiene sus temas privados de los que hablar y no quería ser imprudente. Pero ahora estás de vuelta, y tendré mi propio equipo.

Neela sonrió, asintiendo.

---Vamos, que te esperan--- ambos cruzaron la puerta.

La luz cegadora y el fuerte viento que golpeó su rostro le hicieron saber que ya había llegado al lugar en el que podía sentirse como en casa.

Justo como Eric dijo, todos la estaban esperando, al parecer se habían enterado de su regreso al limbo.

En seguida unos brazos la acorralaron, y por el aroma dulce y fresco que desprendía aquel cabello rubio, pudo notar que se trataba de Lea.

---No moriste ¿Verdad? Dime que sigues viva--- preguntó preocupada, Neela asintió para el alivio de Abbott.

---No sé si sentirme feliz por eso o decepcionarme--- dijo Mía ante la respuesta negativa de su amiga ---Tom no merece tenerte para él solito.

---Agh, ni me lo menciones que comenzaré a sacar rayos de mis ojos--- soltó molesta al recordarlo.

Su expresión enojada y su actitud malhumorada dio un giro de 180 grados cuando vio a su hijo correr con una gran sonrisa hacia ella.

---Oh, mi pequeño. Te he echado tanto de menos, Mattheo--- le dijo, acariciando sus rizos (que había heredado de su padre) castaños (color que heredó de su abuelo), besando su cabeza.

---También te extrañé, mamá--- respondió el adolescente, separándose de su madre para dedicarle una sonrisa.

Ella tomó su rostro entre sus manos, besó su frente, mejillas, nariz y barbilla como había hecho la otra vez, acariciando sus cachetes.

---Estás tan guapo como la última vez que te vi--- le dijo, peinando sus cabellos alocados por la brisa de la playa.

---Se parece a su tío ¿No es verdad?--- soltó Abraxas detrás de él.

La calma antes de la tormenta [Tom Riddle y tú] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora