Los preparativos

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...

Su abuela había convencido a su nieta de dejar su alcoba y bajar con ella a la biblioteca para investigar la manera para romper su maldición para que esta no afectara a su hija y no fuera también una maledictus.

Esto se le había olvidado completamente, pues ella no se había convertido en años y no había tenido que preocuparse de esto por Mattheo, porque al ser varón no le afectaría.

Estuvieron horas en la biblioteca leyendo libro tras libro, o bueno, al menos Neela, pues su abuela estaba más preocupada en hacerla comer.

Una vez que logró hacerla probar bocado, sacó un libro de los bolsillos mágicamente aumentados de su pantalón.

---Esta es la respuesta que buscas--- le dijo a su nieta, colocando el viejo y angosto libro frente a ella.

Neela lo tomó, tratándolo igual de frágil que un cristal. Lo abrió y notó su peculiar y desconocido idioma.

---Egipcio antiguo--- le explicó su abuela.

---¿Dónde conseguiste esto?--- le preguntó la bruja, ojeando los dibujos en las hojas del libro, tales como hombres convirtiéndose en animales y animales convirtiéndose en hombres.

---Digamos que no tenía nada más entretenido que hacer estos últimos 5 años. Así que pensé que no sería mala idea buscar una solución al futuro problema de mi bisnieta... Wow, me siento tan vieja al decir eso.

---No te ves vieja, abuela--- la tranquilizó su nieta ---¿Cómo leeremos esto si está en un idioma que no entendemos?.

---Que tú no entiendes--- la corrigió su abuela, la bruja embarazada la miró asombrada ---Pasar más de 20 años sola en India, te despierta tu apetito por el aprendizaje.

---Entonces dime, abuela ¿Qué tenemos que hacer para liberarla de la maldición?--- preguntó Neela.

---Bueno, según los escritos del mago Tutankamón, sus principales ingredientes son la sangre de la línea directa de madres.

---Demonios--- se quejó Neela, pues su madre ya no estaba viva como para poder tomar su sangre.

---Tranquila--- su abuela descubrió de su cuello un collar que guardaba una botella con un líquido rojo dentro.

---¿Es esa la sangre de mi madre?--- Agra asintió.

---La tomé antes de auto-exiliarme a India. No me mires así, quería estar segura de que tendría algo para volver a encontrarla cuando ella me necesitara, claro que tú me ahorraste eso--- se explicó su abuela.

---¿Y los demás ingredientes?.

---Herbolaria, astronomía, y otras chucherías, tú no te preocupes, yo me encargaré de ello.

...

Mientras Neela deambulaba en su cuarto a la vez que se hacía una trenza, la puerta se abrió cuando la tuvo a sus espaldas.

---Abuela, por favor, te juro que he comido suficientes frutas y verduras--- soltó temerosa de que Agra la acosara con más comida, pues la vieja bruja parecía estar obsesionada con darle de comer bajo la excusa de alimentar a Delphini.

Pero cuando volteó, no se encontró con el rostro de su abuela, sino el de Tom.

---Ah, solo eres tú--- soltó dirigiéndose a su cama ---¿Buscas otra almohada?.

---No exactamente--- respondió el pelinegro, caminando hacia la bruja.

---Entonces puedes irte, tengo que descansar--- se despidió sentándose a la orilla de la cama.

La calma antes de la tormenta [Tom Riddle y tú] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora