Halloween

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31 de octubre, 1980

Las calabazas flotantes con velas dentro que iluminaban sus "aterradores rostros" adornaban cada esquina de la mansión de Neela y Tom.

Murciélagos de papel encantados volaban cerca del texto, algunas veces aleteando cerca de los magos invitados a la fiesta de Halloween.

La enorme sala de fiestas que la mayor parte del año se encontraba vacía, por fin tenía uso y gente pasando el rato en ella.

Todos se habían reunido para conocer a la heredera de los Señores Tenebrosos: Delphini R. Riddle.

Claro que cuando Neela entregó a su bebé de 6 meses a los brazos de Rabastan, esta empezó a llorar, pues al parecer la pequeña se sentía incómoda en brazos extraños ajenos a los de sus padres.

Tom (quien conversaba con Rodolphus) al escuchar a su hija llorar se apresuró hasta ella y al momento que Delphini vio a su papá y le extendió los brazos en señal de socorro, (prácticamente) la arrebató de los brazos de Lestrange.

---¿Qué le hiciste?--- preguntó amenazante, meciendo a su hija en sus brazos a la vez que acariciaba su espalda.

Lestrange levantó las manos inocentemente, buscando a Neela en busca de ayuda.

---Es una bebé, Tom, es normal que llore... además, mira la hora--- soltó Neela apuntando al reloj ---Ya le toca su cena, aguarden un momento, iré por su papilla.

Tom miró con ojos amenazantes a Rabastan, besando la cabecita de su hija sin despegar los ojos de Lestrange.

Neela prácticamente corrió por la comida de su hija para evitar que Tom enloqueciera más, pero cuando regresó al salón de fiestas, ya era muy tarde.

Corrió hacía la sala en busca de Tom, encontrándolo sentado en el piso con su hija en sus piernas, jugando con uno de los murciélagos de papel.

---¿Qué pasó con los invitados?--- le preguntó a su esposo, quien con su varita hacía aletear el animal de papel en la cara de la bebé, quien carcajeaba por la sensación del papel acariciando sus cachetes.

---Los mandé a su casa--- contestó Tom como si nada, con una sonrisa causada por la risa de su hija consentida.

---¿Por qué harías eso?--- lo cuestionó Neela, sentándose en frente de ellos, destapando la papilla para alimentarla ---La fiesta a penas comenzaba.

---Su presencia perturbaba a mi hija, no los iba a dejar quedarse ni 5 minutos más--- respondió con obviedad, dejando el murciélago falso de lado para que su bebé comiera.

---Tom, es una bebé, es normal que llore sin sentido aparente de vez en cuando...

---Eso no significa que no haré todo para evitarlo cuando esté cerca--- se excusó el pelinegro, colocando el babero en el cuello de su hija.

En el momento que Neela iba a contestar los consentimientos de Tom, ambos dirigieron su atención a su hija, quien miraba a un punto vacío del cuarto riendo, extendiendo sus brazos como lo hacía cuando quería ser cargada.

Los dos se miraron conmocionados.

---¿Será posible que...?

---Solo hay una forma de saberlo--- le dijo Tom, así que Neela dejó la comida de lado, se levantó y tomó a su hija entre sus manos, caminando al lugar de su atención con su esposo andando detrás de ella.

Una vez en el núcleo de la atención de su hija, esta al ver que no sería cargada, se conformó con extender su mano, y la detuvo cuando estuvo en contacto con lo que buscaba.

La calma antes de la tormenta [Tom Riddle y tú] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora