¿Alguna vez te haz topado con alguien que entienda todo tu sufrimiento?
Alguien que entiende tus penas y tus peores momentos , que los sana y los convierte en tu motor para seguir.
Ella definitivamente era eso para mí.
Ojalá hubiera sabido eso an...
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Año 853 •Invierno•
Creo que las noches de invierno se volvieron una de mis cosas favoritas en la vida.
El olor del café, la belleza de la luz que desprende la chimenea y como ilumina sólo lo que debe. La nieve golpeteando en la ventana y el frío que me sirve de excusa para buscar consuelo entre los brazos de Levi, su pelo haciendo cosquillas en mi nariz mientras descansa sobre mi pecho.
Media noche y el reloj de piso que había sobre el pasillo daba la campanada inicial de un nuevo día; fue solo abrir la boca para enunciar algo y Levi de inmediato me silencio colocando dos dedos sobre mis labios.
—No lo arruines— el sonido de su voz resonando contra mi piel desnuda me hizo estremecer— Todo está bien así.
—No sabes que iba a decir — susurré contra su cabeza.
—Claro que lo se. Y para ser sincero no quiero oírlo — De inmediato el se removió para después sentarse sobre la orilla de la cama. Se colocó una camisa la cual no se molestó en cerrar y luego siguió con el resto de sus prendas.
Esta noche nos encontrábamos en una posada dentro de Mitras, durante el día tuvimos una reunión donde se habló de los avances del ferrocarril que, con ayuda de los Azumabito, lograron construir en menos de un año. Esto facilitaría el transito dentro de la isla de un lado a otro, lo que normalmente nos tomaría 5 o 6 horas, lo recorreríamos en una.
—Uff... tu espalda es muy bonita como para que esté cubierta— le reproche pero ni siquiera me miro; de la misma manera me enderece buscando entre el suelo mi camisola que debido a nuestro pequeño encuentro de hace unos momentos, había salido disparada solo dios sabe dónde.
Levi se sentó sobre el escritorio y comenzó a rellenar papeleo. Yo por mi parte, me encargué de preparar otro delicioso café, de todas las nuevas cosas que habrían traído consigo nuestros amigos del exterior, ese era mi favorito.
La noche de hoy Levi parecía triste, distante e incluso melancólico. Entendía el motivo a la perfección pero aún así, no dejaba de sentirme mal por él.
—Parece que ese cerdo le atino a lo que te gusta ¿no?— soltó totalmente irritado, Enjirō era el culpable de que siempre tuviera una buena ración de granos recién molidos pues en cuanto vio lo mucho que me fascino trajo consigo una cuantiosa dotación de su ultimo viaje a Salta, y claro que eso a Levi no le parecía lo mejor del mundo.
—No lo creo.
—Aún no entiendo cómo lo soportas.
Mi relación con Enjirō realmente no era cercana sino que me había acostumbrado a su molesta presencia pues cada vez que nos reunimos con Kiyomi era garantía de encontrarlo ahí, sabía que con ciertos comentarios ácidos podía hacerlo callar aunque no podría decir lo mismo de Levi, cada vez que aquel tipo abría la boca, él por instinto demostraba su inconformidad con cualquier gesto que pudiese, fuera involuntario o no.
